«Hemos reforzado el personal toda la mañana y hasta las 17 horas, así que esperamos que vengan al menos después de comer porque de momento no hemos notado la presencia de tantos turistas por la ciudad». La encargada de la zapatería Botticelli en la avenida de Maisonnave, Estefanía Hernández, describía una situación que se repitió por el resto de tiendas de la zona más comercial de Alicante, al igual que ocurrió en la calle Gerona y en San Francisco.

El comercio de la ciudad abrió ayer sus persianas expectante y con la idea de realizar una buena caja ante la llegada histórica de cruceristas al Puerto de Alicante. Cuatro barcos con 12.000 personas a bordo no se ven todos los días y el comercio está acostumbrado a notar la «alegría» en cuanto atraca un gran buque en la terminal. Sin embargo ayer ocurrió algo curioso. La mayoría de los cruceristas se fueron de excursión al Castillo de Santa Bárbara y por la zona de la Concatedral, el Ayuntamiento, la Rambla y la Explanada. Resultaba fácil reconocerlos porque iban en grupos de entre veinte y treinta personas con un guía y pocos se desplazaron por libre y callejearon por la ciudad. Esto unido a que uno de los cruceros volvía a embarcar a sus pasajeros a las 15.30 horas provocó que los comercios, bares y restaurantes del centro apenas notaran su presencia pese a que muchos establecimientos que cierran a las 13.30 mantuvieron abierto el negocio a mediodía para intentar «pescar» en el mar de los cruceristas una vez acabadas las visitas guiadas y la comida.

«Al saber que venían hemos montado la terraza a las 10.30 horas cuando normalmente lo hacemos a las 13.30 pero no ha venido ni uno, ha sido un fracaso total», se lamentaba Luis María Serrano, camarero de El Rebujito, en la calle San Francisco.

Pero donde hay una cruz suele haber una cara y ésta se vio en la Explanada. En el establecimiento de comida rápida y helados Renato Sala no daban abasto para atender a los clientes. «Por aquí siempre hay gente pero hoy -por ayer- es un no parar. Calculo que haremos un 50% más de facturación que un día normal», decía Renato mientras servía porciones de pizza y empanadillas. Las terrazas del paseo se llenaron sobre todo para comer algo ligero, refrescarse con un helado o probar la horchata. También hizo su particular «agosto» Turrones Carbonell, de la calle Altamira. Turrón, chocolate y pequeñas botellas de sangría con sombrero hicieron las delicias de un nutrido grupo de portorriqueños que iba entrando por tandas a comprar.

Pero aunque el presidente del colectivo Corazón de Alicante, Vicente Armengol, aseguraba que «lo importante es consolidar Alicante como destino y que vengan cuantos más cruceros, mejor» apenas se veían bolsas en las manos de los turistas.

Eso sí, todos los consultados estaban encantados con la ciudad vinieran de donde vinieran: Estados Unidos, Japón, China, Alemania o Puerto Rico. Una pareja portorriqueña, Octavio Ramírez e Iris Alvarado, incluso se plantean instalarse aquí cuando se jubilen dentro de un par de años. «Nos habían hablado de Valencia pero la verdad es que Alicante nos está encantando», comentaban antes de volver a su camarote en el Jewels of the seas. Jerry y Jane Melton, de Atlanta, y Pat Grillo, de Carolina del Norte, respondían entre risas que lo que más les había gustado hasta el momento era el vino, tras visitar unas bodegas en Novelda, para destacar después la iglesia de la Magdalena. «Ha sido precioso porque han tocado el órgano cuanso estábamos allí», relataban ya en Alicante a las puertas de la Concatedral de San Nicolás. Y esperaban ver lo máximo posible porque el MS Marina zarpaba a las 20 horas. El Museo de las Hogueras fue otro de los destinos estrella para los turistas, que disfrutaron conociendo la historia de las fiestas y el por qué de la «cremà».

Al alemán Hans Herman Stein lo que le llamó la atención fue que los nombres de las calles estuvieran rotuladas en castellano y valenciano, lo que le hizo dudar sobre si Alicante pertenece a Cataluña, comunidad que frecuentó hace 35 años. Tras situar a la Comunidad Valenciana como vecina de Cataluña, aunque aún dubitativo, sentenció: «Bueno aquí no parece que seáis tan duros con el tema del idioma y lo demás».

Otra característica que resaltaron visitantes portorriqueños como Dimelia Acevedo fue «el clima tan estupendo, la gente maravillosa y la sensación de seguridad al pasear por las calles porque vemos bastante policía y eso tranquiliza».

El refuerzo de la Policía Local fue visible al igual que el de la limpieza, por lo que la jornada habría resultado envidiable si los cruceristas hubieran tenido un poco más de tiempo libre para realizar compras.