Unas 30.000 familias en la provincia están apuntadas en una lista de espera en su farmacia para conseguir la vacuna contra la meningitis B, comercializada con el nombre de Bexero, según los datos que maneja el Colegio de Farmacéuticos.

Esta vacuna no está incluida dentro del calendario de vacunación oficial, por lo que los padres que deseen ponérsela a sus hijos deben comprarla en la farmacia para que les sea administrada. «Nos llega con cuentagotas, más o menos un par a la semana por farmacia, lo que es insuficiente para cubrir la demanda», indica la presidenta del Colegio de Farmacéuticos, Fe Ballestero.

El motivo aludido por el laboratorio que fabrica esta vacuna para justificar los retrasos, Glaxo Smithkline, ha sido «problemas técnicos en la planta de fabricación». «Las informaciones que tenemos es que a partir de julio se normalizará el suministro, pero con los retrasos acumulados creemos que la situación tardará algún mes más en regularizarse», apunta Ballestero. Este diario se ha puesto en contacto con el laboratorio para conocer su versión de forma ampliada pero no ha recibido respuesta.

Bexero ha resultado polémico desde que se autorizó su venta en octubre de 2015 en las boticas para su venta, ya que antes se administraba en hospitales y centros de salud a los menores en riesgo. Y existe un por qué. La meningitis B es una enfermedad mortal en bebés pero su incidencia es muy baja en España. De hecho, se sitúa lejos del 1 por cada 100.000 habitantes. A tenor de esta baja incidencia, unido a que al ser nueva aún no existen datos basados en una gran población que justifiquen su uso, Salud Pública no ha incluido la vacuna en el calendario oficial. Sin embargo la Sociedad Española de Pediatría la recomienda, por lo que se han disparado las peticiones. Para expertos como Margarita del Val, doctora en Ciencias Químicas e investigadora del CSIC, el uso de Bexero «no tiene ningún sentido porque no ha demostrado su eficacia». «La meningitis B es muy grave pero no llega a un caso por 200.000 habitantes y habría que vacunar a dos millones de niños para comprobar su utilidad», añade.

El catedrático de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández, Ildefonso Hernández, tampoco es partidario. En su opinión, «si el Consejo Interterritorial no ha aprobado incluirla en el calendario el hecho de que una sociedad científica la recomiende acaba generando desconfianza y alarma social cuando el riesgo de contraer meningitis B en España es bajísimo».

No obstante, este experto no descarta que se acabe incluyendo en el calendario porque «algo similar ocurrió con la vacuna de la varicela». «Hay que apostar por un proceso científico transparente de coste-oportunidad porque los presupuestos no son ilimitados y no se tiene que incluir todo en la prestación pública», reflexiona.

Ansiedad y presión

El director de la Cátedra Balmis de Vacunología de la UA, José Tuells, va más allá y denuncia que «es lamentable el nivel de ansiedad y presión ejercida sobre las madres para que la adquieran, no estando justificada esa necesidad por la situación epidemiológica de la enfermedad». Para Tuells resulta «sorprendente que el 17% de la producción mundial de esta vacuna se haya distribuido en España, cuando no está recomendada por las autoridades sanitarias más que para muy específicos grupos de riesgo».

Además, el hecho de que se vacune a unos niños sí y a otros no podría llegar a ser contraproducente en un futuro porque el virus deja de circular entre la infancia pero se llega a la edad adulta sin protección. Sin embargo, tal y como argumenta el presidente del Colegio de Médicos de Alicante,el pediatra José Pastor, «para la madre a la que le toca la incidencia es del 100%» y defiende que se trata de una «buena vacuna» aunque deja a los epidemiólogos la decisión de incluirla o no de forma universal.