Existe riesgo real de que el techo del convento de Santa Faz, con cinco siglos de antigüedad, se caiga encima de las hermanas de clausura que custodian la Reliquia y que viven intramuros. Así de tajante se mostró una portavoz autorizada de las monjas, técnico de la comisión interna de obras de la comunidad religiosa que inspeccionó los desperfectos agravados tras las lluvias de marzo, y enlace entre la clausura y el exterior.

La necesidad de que se arreglen estos daños que afectan a la cubierta de tejas soportadas por vigas de madera, por donde hay goteras, y las humedades en los muros del convento es urgente pero las religiosas carecen de fondos ya que se mantienen básicamente de donaciones y de la venta de recuerdos y dulces esta semana de Santa Faz. Su comunidad tampoco tiene fondos, de ahí que dependan de la ayuda pública y privada para esas reparaciones, y de iniciativas como el reciente concierto benéfico que les reportó 4.000 euros, insuficientes para resolver una situación que les obliga a dejar en un segundo plano la reforma de una parte del edificio para hacer una hospedería monástica. Esta obra quedó parada por falta de fondos después de que se arreglara parte del tejado.

El monasterio ya tenía graves problemas estructurales en las cubiertas y en los forjados, «pero con la caída de agua tan grande en tan poco tiempo todo lo que estaba un poco degradado estructuralmente en una construcción de 500 años se agravó», explica la técnico. Durante la gota fría del 13 de marzo, los Bomberos tuvieron que acudir a ayudar a las hermanas al entrar el agua en el interior del convento (la cota está por debajo de la calle) y en la iglesia por la cúpula.

«La antiguedad de los materiales es evidente, y su deterioro por la entrada de agua ha acelerado el proceso. Es un problema que afecta al conjunto del convento porque salvo la entrada (al Camarín) y la iglesia todo es clausura y ellas viven aquí. Sufren un problema grave de humedad y de entrada de agua, que llegó casi a las ventanas» en la última gota fría. El problema de humedad es, afirmó, perimetral, es decir, en los muros y también en la parte superior, en los tejados del convento.

La comisión de obras de la comunidad ha dictaminado que hay mucho por hacer. «No hay datos sobre el coste pero sí una gran zona a tratar, y no hay fondos. Muchos alicantinos incluso desconocen que aquí hay monjas de clausura», lamenta la técnico. Las religiosas están a expensas de la ayuda que consignaron la Diputación y el Ayuntamiento, 160.000 euros en total, pero aún sin ejecutar. «Se irá trabajando por fases, poco a poco, para intentar rehabilitar zonas». De momento, sólo se ha reparado el obrador, muy deteriorado también por la lluvia, que se ha acondicionado para que esta semana puedan hacer dulces las hermanas. Sor María Clara indica que habrá que apuntalar para arreglar las goteras de la clausura.

En Santa Faz hay nueve hermanas de clausura. Seis jóvenes están haciendo la experiencia o bien colaborando para saber si les gusta o descubren la vocación. De ellas dos son de El Salvador, dos de Guatemala y dos españolas, de Alicante y Madrid. Ellas pueden decidir con libertad y las monjas les pueden decir que no es lo suyo si no ven inquietud vocacional.