La costa de la provincia tiene de manera generalizada una esperanza de vida más alta que las áreas de interior, según revelan los últimos indicadores al respecto que ha hecho públicos la Generalitat a través de su Portal de Estadística, referidos al año 2015. Tanto en el caso de las mujeres como en el de los hombres, todas las comarcas litorales presentan cifras más altas que aquellas que no tienen costa. Además, son justamente en las que están más alejadas del mar o con peores comunicaciones, las de l'Alcoià y el Comtat, las que presentan los peores datos, frente a los casos opuestos de la Vega Baja, la Marina Baixa y la Marina Alta.

Esta dicotomía tan clara entre costa e interior es, además, exclusiva de Alicante en el conjunto de la Comunidad Valenciana, ya que en las otras dos provincias no se cumple el patrón. Al contrario, tanto en València como en Castellón son comarcas interiores -el Camp de Túria y el Alto Palancia, respectivamente- las que tienen mayores expectativas de longevidad. Sin embargo, en el territorio alicantino el contraste es muy evidente, y más significativo si cabe teniendo en cuenta que la superficie es menor y que, además, las diferencias de densidad de población entre el litoral y la montaña no son tan acusadas como sí ocurre en las otras demarcaciones.

También puede parecer a priori contradictorio que las comarcas de la provincia con las rentas familiares más bajas, la Vega Baja y la Marina Alta, tal y como publicó este periódico hace pocas fechas, tengan respectivamente la mayor esperanza de vida para mujeres y hombres. No obstante, tal y como apunta el profesor de Geografía Humana de la Universidad de Alicante (UA) Antonio Martínez Puche, la clave está más en «la benignidad del clima y la mayor cantidad de servicios sociosanitarios disponibles». En este sentido, incide en cómo su presencia es fundamental para garantizar la salud, y en que en las zonas del litoral hay una «concentración» de recursos de este tipo, tanto de carácter público como privado.

También hay que tener en cuenta, añade Martínez Puche, las particularidades demográficas del litoral alicantino, como la importancia del contingente extranjero de nivel adquisitivo medio y alto, que en buena medida es de edad avanzada. Este factor hace variar las pautas habituales de envejecimiento, que sí se dan en el interior de la provincia. A esto aún se suma otra cuestión: la movilidad desde el interior hacia la costa, y el hecho de que sea más común que las personas originarias de localidades pequeñas del interior no regresen a sus lugares de procedencia -como sí se da más en otras zonas-, sino que se queden a vivir en la costa.

Con estas premisas, explica Martínez Puche, «en el interior se queda más gente con menos recursos de movilidad», unido a una menor dotación de servicios sanitarios y unas comunicaciones peores que en el litoral. Esto lleva a que, a priori, las expectativas de longevidad de la población sean mayores en las zonas de costa. No obstante, también hay que tener en cuenta que la esperanza de vida es un indicador en el que participan muchos factores y que no tiene por qué darse con absoluta fidelidad.

Hasta casi los 88 años

La esperanza de vida al nacer se complementa con otro índice, el de esperanza de vida a los 65 años, que por lo general otorga una especie de «prórroga de longevidad». También en este caso se cumple a rajatabla, tanto en hombres como mujeres, la divergencia absoluta entre la costa y el interior de la provincia. Y de nuevo, lo que ocurre en Alicante difiere de las otras provincias de la Comunidad.

Teniendo en cuenta este índice, la esperanza de vida en la Vega Baja y la Marina Alta alcanza casi los 88 años (65+23) para las mujeres, mientras que en ninguna comarca de interior llega a 87. Para los hombres, la expectativa se acerca a los 85 años en las dos citadas zonas litorales, y apenas supera los 83 en l'Alcoià y el Comtat.