Pescado o carne. Esa es la cuestión durante la Cuaresma, que recuerda los 40 días de ayuno que Jesús pasó en el desierto y que se solía seguir hace décadas con la abstinencia de carne los viernes hasta Semana Santa, salvo los niños, exentos de esta prohibición gastronómica. Hoy en día, los puestos de pescados y mariscos de los mercados municipales de Alicante venden hasta un 20% más de lo normal en estas fechas, dato del que podría desprenderse que se mantiene la tradición. Lo que más se pide es pescado de bahía, pescadilla y atún, aunque el bacalao es el producto estrella, «tanto fresco como curado en sal», señala Domingo Martínez, presidente de la Asociación de Comerciantes de los Mercados Municipales de Alicante.

También la Asociación de Detallistas de Pescados Frescos y Congelados percibe un aumento en las ventas estos días, del 20 al 30%, «el consumidor es fiel a sus costumbres», dice su presidente, Juan Durá. Sin embargo, las carnes tienen salida también, entre familias que no siguen la costumbre del potaje los viernes de Cuaresma y entre quienes hacen acopio para cocinarla a partir del Sábado de Pascua. Como el conejo con tomate, típico en los hogares alicantinos o la longaniza, que tiene gran éxito entre los niños para tomar el día de mona en el campo.

«En algunas casas siguen la tradición de preservarse el Viernes Santo pero tampoco quiere decir que baje el consumo de carne porque muchas familias se la llevan a la segunda vivienda para cocinarla a partir del Sábado Santo». En cambio, Nieves Martínez, del Gremio de Charcuteros, señala que cada vez se nota menos el impacto en las ventas de una tradición que alimentan los más mayores. Por su parte, muchos restaurantes sacrifican las costillas del plato del día y preparan bacalao y canapés de crema o mojama como una oferta de Semana Santa, explica Miguel Cantó, de la Asociación de Hostelería.