«Me llevé un buen susto pensando que habían llegado a Alicante miembros del Ku Klux Klan o de alguna secta». Esta fue la primera impresión de un francés católico cuando vio a un grupo de penitentes recién aterrizado en Alicante hace un par de años. Si esto le ocurre a alguien que comparte religión con los protagonistas de la Semana Santa, es fácil imaginar la sorpresa que despiertan los tronos, cofrades y capirotes para fieles de otros credos.

«Esta fiesta resulta muy chocante para los musulmanes porque en sus países de origen no existe nada parecido y en el Islam no tenemos imágenes ni figuras. Para nosotros Dios es invisible y no puede ser representado de forma material», explica el presidente de la Comunidad Musulmana en Alicante, Maked Kadham. En la provincia residen unos 40.000 musulmanes y aunque no es común verlos presenciando una procesión sí se entremezclan entre el barullo y se asoman curiosos para ver qué pasa. «Lo tomamos como una fiesta nacional de aquí y como hay días festivos aprovechamos para viajar o para estar con la familia. Nos gusta el ambiente en las calles y salimos pero es cierto que no lo vemos con un sentido religioso aunque por supuesto lo respetamos», añade Kadham.

Además, en el Islam las celebraciones religiosas son «totalmente distintas. No hay figuras ni desfiles, así que no existe ninguna que podamos comparar con la Semana Santa. Nuestras fiestas importantes son el Nacimiento del Profeta, el Día del Sacrificio y el día después del Ramadán y las celebramos en familia, los niños juegan y estrenan vestidos, y también en la calle con fuegos artificiales».

Este año se da una circunstancia especial, la Semana de Pasión católica coincide con la Pascua Ortodoxa, que se rige por el calendario Juliano, y con la Pascua Judía, que lo hace por el calendario Gregoriano. Así, los ortodoxos y los judíos que residen en España celebran sus ritos al tiempo que disfrutan de las tradiciones autóctonas.

La raíz cristiana común con la Iglesia Ortodoxa hace que se celebre la muerte y resurrección de Cristo estos días pero de forma diferente. El padre Nicolás, de la parroquia de San Andrés y San Nicolás de Alicante, resalta como primera distinción que los ritos ortodoxos de Pascua son «más largos y solemnes». De hecho, una misa «normal» dura tres horas y la del Jueves Santo se prolonga durante cuatro. Siguen la misma liturgia que en el siglo VI, que ha permanecido inalterable, y los oficios son cantados en su totalidad.

La imaginería cristiana de occidente se transforma en iconos en la de oriente, por lo que sus procesiones son menos aparatosas que las católicas. El Domingo de Ramos lo preside un icono que representa la Entrada de Jesús en Jerusalén y también sacan palmas y olivos, salvo en Rusia donde utilizan ramas de sauce; el Viernes Santo sale a las calles un paso con una tela ricamente bordada imitando la Sábana Santa sobre un lecho de pétalos de rosa para el entierro; y el Sábado por la noche sale la procesión de la luz y el fuego en la que leen los evangelios para celebrar la resurrección. Por este motivo, el padre Nicolás afirma que la numerosa colonia ortodoxa de la provincia, con unos 10.000 fieles (principalmente rusos, rumanos, búlgaros y griegos), «participa en nuestras procesiones pero le gusta mucho ver las procesiones católicas. Les llaman mucho la atención las imágenes escultóricas y la vestimenta de los cofrades y penitentes, y no les resulta extraña porque la historia es la misma». Los ortodoxos siguen un ayuno de huevos, carne y pescado durante la Cuaresma por lo que con la llegada de la Pascua llevan a bendecir huevos que pintan de rojo como símbolo de la sangre de Cristo y panes. Así celebran la resurrección.

También participan en la Semana Santa alicantina los judíos aunque «de forma pasiva», define el presidente de la Comunidad Judía, Armando Azubel. Estos días de Pascua los judíos celebran la liberación de su pueblo de la esclavitud en Egipto gracias a Moisés. Sin embargo «a quienes vivimos aquí nos gusta ver las procesiones y como son días festivos si vienen familiares o amigos de otros países los acompañamos para que las vean. Es muy sorprendente para nosotros ver cómo sacan la cultura y el patrimonio a la calle, cómo se preparan los itinerarios y cómo las personas participan y se sumergen en el ambiente», dice Azubel. «La de Santa Cruz impresiona cuando se ven por primera vez esos pasos tan grandes por calles tan estrechas», agrega. Durante la Pascua Judía o Pesaj, que se prolonga durante ocho días, los descendientes de Abraham tienen prohibido ingerir alimentos fermentados en alusión a que en la huida de Egipto no dio tiempo a que el pan fermentara. Empezó la noche del pasado lunes con el Seder de Pesaj, una cena llena de simbolismo en la que no puede faltar el pan ácimo o matzá, el cordero, un paté dulce que remite a la argamasa que utilizaban los esclavos, hierbas amargas para recordar la amargura de los oprimidos y el vino. Durante esta cena los comensales se turnan para leer el Hagadá, relato de la liberación.

Estas son las principales creencias y ritos que conviven con la Semana Santa y que para la mayoría pasan totalmente inadvertidos.