Un Cristo tocado con red marinera sobre su lecho de flores rojas y una Virgen napolitana anónima del siglo XVI luciendo al vuelo el Manto de las Palomas bajo palio azul y oro, realzada por un universo de cirios. Con la salida de estos dos pasos a la calle celebró anoche su centenario la hermandad del Cristo del Mar, fundada en el seno de la Congregación Mariana en 1917 por el padre Rafael Esplá con el nombre de Cofradía de la Virgen Dolorosa, aunque hunde sus raíces en el siglo XIX.

La hermandad, que perdió su patrimonio original en el incendio del convento del Carmen de 1931, se refundó en 1940 en la basílica de Santa María, donde tiene su sede canónica y de donde ayer salieron ambos tronos en un Martes Santo de imaginería y fútbol, con el partido del Barça en los bares de un abarrotado Casco Antiguo, por donde la procesión del Cristo del Mar realizó una doble revirà en la curva de las calles Monjas, San Agustín y Montengón, a la altura del convento de las Monjas de la Sangre.

También desfilaron el paso de misterio del Ecce Homo y La Amargura. Así como el majestuoso trono de Stabat Mater con sus cinco imágenes de madera policromada a tamaño natural y al caer de la noche con la presencia en las calles de la hermandad católica de Nuestro Padre Jesús con su Nazareno en su 75 aniversario. Avanza Alicante con su Semana Santa, que hoy vive el color del Miércoles Santo tras un martes de costaleros, damas de mantilla y caramelos. Los costaleros acapararon todas las miradas tanto en la salida de la Dolorosa de la basílica de Santa María como de la Amargura desde la parroquia de Franciscanos, arrodillándose para salvar las cancelas por la altura de los palios al salir de los templos.

El Cristo del Mar, talla del imaginero sevillano Castillo Lastrucci que data de 1942, fue recibido con entusiasmo en una abarrotada plaza de Santa María y enfiló hacia Villavieja tras una riada de penitentes de lino blanco y palmas, precedidos por las cornetas de la agrupación Nuestra Señora de la Amargura de Callosa, y escoltado por los tambores de las Lamentaciones de Jumilla entonando marchas.

Los toques de campana y una lluvia de pétalos de rosa dieron la bienvenida al palio de Nuestra Señora de los Dolores y San Juan de la Palma, talla que acompaña a la Virgen también del escultor Lastrucci (1942). Llaman la atención en esta procesión el cuidado y el esmero en la composición de los pasos gracias al trabajo del vestidor, Lope Salcedo, y a la decena de camareras con que cuentan.

La Virgen fue durante todo el recorrido tocada por una corona de flores en lugar de la tiara de reina que suele lucir al estar en proceso de coronación canónica, que culminará el 7 de octubre en la basílica de Santa María. Un acto que coincide con el siglo de la hermandad y de devoción a Nuestra Señora de los Dolores en Alicante, que llevó un importante séquito de damas de mantilla, entre ellas la Bellea del Foc, Ana Belén Castelló.

Las manolas desempeñan asimismo un importante papel en la procesión de Stabat Mater, que toma su nombre del pasaje bíblico de la buena madre al pie de la cruz junto a su hijo sediento y que celebra este año el 25 aniversario de su fundación. Ayer lució decoración floral tono pastel. Más de un centenar de damas de riguroso negro acompañaron en su desfilar al majestuoso trono de madera que talló el escultor alicantino Remigio Soler en 1993, al igual que las cinco imágenes que porta: Jesús, María, María Magdalena, San Juan y un sayón ofreciendo de beber al crucificado con una caña con na esponja empapada en vinagre en su extremo. Por esta escena se llama el paso del Cristo de la Caña.

La hermandad tiene su sede en Maristas, en cuyo seno surgió en 1992. Esa relación con un colegio supone que haya muchos participantes del mismo en todos los cuerpos de la procesión, desde los costaleros a damas de mantilla, hermanos de fila, jóvenes y niños, que desfilan desde los cinco años en una cuadrilla especial infantil con más de 100 participantes. El paso es portado por unos 150 antiguos alumnos y de los últimos cursos del centro que, por estatutos, tienen «el honor y privilegio de salir de costaleros llevando el paso». Se trata del segundo trono más grande de la Semana Santa alicantina tras la Santa Cena.

Es ésta una procesión de vertiginosos giros en las calles estrechas de la marcha, como Teatro, Ángel Lozano y Bazán. Cuentan con más de 600 integrantes y tienen banda de música de la hermandad, el Cristo de la Caña, formada por niños del colegio. Incorporaron los tambores en 2003 y las cornetas en 2007. Cuando Stabat Mater pedía la venia para entrar en la Carrera Oficial de la Rambla, iba de regreso a su templo franciscano la hermandad del Ecce Homo y Nuestra Señora de la Amargura, con sus hermanos de fila con túnica negra y capa roja, y gran cantidad de niños, que iban regalando caramelos.

Ecce Homo o Cristo de la Canyaeta es una de las más antiguas devociones de Alicante, con antecedentes en el siglo XVIII y fue recuperada en 1946 por antiguos alumnos franciscanos, aunque el paso actual, de Lastrucci, data de 1954. Las imágenes del Cristo, el romano y Pilatos son de ese año y el conjunto se completó en 1960 con un sayón. Fue la primera cofradía en Alicante en llevar un paso de misterio a costal, al estilo más sevillano, y sale con un cuerpo de acólitos que ayer estrenaron pértiga en caoba y plata. Salió terminado el juego de cuatro ciriales en caoba y plata de estilo barroco de los acólitos y las cantoneras de plata para la cruz de guía de la procesión. Todo recién hecho en Ciudad Real.

Mereció la pena para quienes se acercaron hasta la parroquia de San Antonio de Padua la salida de la Amargura con los costaleros arrodillados, las agrupaciones musicales que acompañan al cortejo y las «reviràs» en García Morato-Quintana-Capitán Segarra y Alfonso El Sabio-Constitución-Rambla. Esta cofradía fue la primera de Alicante en organizar encuentro al final de la procesión.

Anocheciendo asomó por la cancela de San Nicolás la procesión de la hermandad de Nuestro Padre Jesús, fundada en 1942 por un grupo de socios del Centro Católico de Alicante, por lo que está celebrando su 75 aniversario, motivo que quedará plasmado en el cupón de la Once de hoy. El nazareno, imagen principal, que data del año fundacional, lucía su primera túnica recién restaurada, y era nueva la cruceta del estandarte. Portaba un relicario del padre Faustino tras el hermanamiento entre la cofradía y el colegio Calasancio, y sostenía su cruz con túnica morada sobre monte de flores del mismo color. Blanco era el adorno de la Virgen de las Penas, con su manto y su corona, su pañuelo y enagua con encajes del siglo XIX. Esta imagen se incorporó en 2007. Salía ayer a hombros de costaleras en su décimo aniversario. Iba el Cristo, que suele llevar rosarios de distintos lugares del planeta que traen sus hermanos, escoltado por la Guardia Civil, detrás de su Madre, siguiendo los costaleros el ritmo del llamador y el martillo. De esta procesión destaca la salida y la subida por el Casco Antiguo, cuando suena la marcha Nuestra Madre sube por Labradores, y la bajada por la Rambla, con el mar de frente así como el encuentro final en Abad Penalva.

Cuando Nuestro Padre Jesús se recogía iniciaba el regreso a Santa María la procesión del Cristo del Mar. Los costaleros subieron de espaldas a la Virgen mirándole a la cara al acorde de la Habanera de los Dolores. Finalmente ambas imágenes se «encontraron» en medio de un sepulcral silencio. Las hermandades pasaron por la Carrera Oficial de la Rambla en hora.