Más allá de procesiones y vía crucis, en la provincia se han mantenido costumbres y tradiciones vinculadas a la Semana Santa que apenas se conocen más allá de una hermandad o un pueblo determinado. Desde los cánticos de las mujeres de Tabarca de esquina a esquina, a los juegos de chapas con bien poco piadosas apuestas incluidas en la noche del Jueves Santo en la localidad de Confrides, pasando por la costumbre no escrita de que «las Mantillas» en Orihuela siempre vayan acompañadas de un hombre, en la provincia cada año se renuevan e incluso se retoman viejas tradiciones que hacen las delicias de historiadores y etnólogos y que con frecuencia pasan desapercibidas por vecinos y visitantes ante el protagonismo de las espectaculares procesiones y actos oficiales.

Aunque no son los únicos, en esta información se plasman doce de estos «secretos», unos más conocidos que otros, que se han recuperado o se han logrado mantener a lo largo de la historia de la Semana Santa en distintos puntos de la provincia.

ALICANTE

Incienso exclusivo para el Gran Poder

No todos los alicantinos saben que el incienso que quema la Hermandad del Gran Poder de Alicante cuando procesiona es una mezcla exclusiva elaborada para la hermandad por un artesano de Sevilla que además compra muchos de sus ingredientes en países árabes. Tal como ha indicado el hermano mayor de la hermandad, Miguel Iborra, «desde 1989 elaboran una mezcla personalizada para nosotros realizada hasta con 12 elementos,algunos traídos de Oriente». Incluye resinas, ámbar, esencias de azahar, clavos y canelas, y en función de la mezcla y de las cantidades de cada producto tiene un olor determinado. Así, la imagen de la Virgen va acompañada de un olor en el que predomina la vainilla y el azahar y, para el Cristo, el olor es mas serio con más protagonismo del clavo y la resina.

Almuerzo de Viernes Santo de «pa torrat»

La hermandad Mater Desolata organiza la mañana del Viernes Santo en el barrio de Carolinas de donde parte la procesión, un almuerzo de «pa torrat», receta identificada en la provincia con la localidad de Crevillent pero que también mantiene esta hermandad de la capital. El «pa torrat» consta de pan tostado, bacalao y alioli o ajos al horno, a veces acompañados de habas crudas, queso y un buen vino.

Coca amb tonyina por Semana Santa

Antes de la Guerra Civil, la tradicional coca amb tonyina inseparable de las fiestas de Hogueras, se consumía habitualmente en Semana Santa. También se tomaba durante las Hogueras pero se llamaba coca de San Juan. Con el tiempo, el consumo de este alimento se ha desvinculado de las pascuas para adquirir todo su protagonismo en las fiestas de San Juan.

De procesión en Tabarca, pero separados por sexos

La Semana Santa tabarquina es una de las más peculiares de la provincia. El domingo de Ramos al atardecer y los tres días siguientes, las mujeres recorren las calles del pueblo cantando el Romance de la Pasión con inicio y final en la Plaza Mayor y deteniéndose en la esquina más próxima al ir acabando cada estrofa. El objetivo de este acto es anunciar a los tabarquinos el comienzo de una semana de piedad y reflexión. Muy curiosa es también la procesión del Jueves Santo del Nazareno y la Dolorosa ya que la imagen del Nazareno es portada en andas por los hombres, y la de la Dolorosa es trasladada por las mujeres. Los hombres toman dirección a la plaza bordeándola por el lado derecho y las mujeres toman una calle lateral por el lado izquierdo hasta que ambas imágenes se encuentran en la plaza.

ASPE

Marías y Magdalena elegidas desde su nacimiento

Una peculiaridad de la Semana Santa de Aspe es la representación viviente de las Marías y la Magdalena, cargos que ostentan tres jóvenes aspenses que son apuntadas en muchos casos desde su nacimiento por sus madres o abuelas. Según el experto en Semana Santa de Aspe, David Olivares, se trata de una tradición que ya se desarrollaba en el siglo XIX. Las tres mujeres son las máximas representantes de la Semana Santa aspense y supone un honor para sus protagonistas que acuden a todos los actos oficiales de Cuaresma y Semana Santa de la localidad, incluido el Sermón de las Siete Palabras, «El Monte», del sábado de Pasión en años pares cuando las Marías, que permanecen inmóviles hasta el momento de la Séptima Palabra, se arrodillan mientras la joven que representa a la Magdalena abraza la cruz del Cristo de la Agonía en el momento de su muerte.

CONFRIDES

Juego de las chapas la noche del Jueves Santo

La noche del Jueves al Viernes Santo, el municipio de Confrides, ubicado en el interior de la Marina Baixa, registra un trasiego inusual de público atraído por el juego de las chapas, una tradición centenaria y muy popular, que apenas se conserva en un puñado de localidades de nuestro país y que, según distintos escritos, rememora la forma en la que se supone que los soldados romanos se jugaron la túnica sagrada de Cristo, a cara o cruz. De ahí la tradición de jugar en Semana Santa. Las monedas que se emplean para el juego son dos «perras gordas» -monedas de 10 céntimos de la época de Alfonso XIII- que son de propiedad municipal. También lo es el espacio que, sólo por una noche, se convierte en una especie de casino improvisado: la Casa del Metge, un local público multiusos donde, a partir de la medianoche y hasta cerca de las seis de la madrugada, las apuestas corren como la pólvora.

El juego consiste en lanzar las dos monedas al aire y apostar a que saldrán dos caras o dos cruces. «Si sale una y una, se vuelve a tirar», explican vecinos de esta población del Vall de Guadalest. Aunque no hay apuesta mínima, lo normal es que ésta nunca baje de los 10 euros. «De ahí hasta donde uno se quiera gastar. Hay ruedas en las que llega a haber en el suelo hasta 3.000 euros y ahora la cosa ha bajado mucho, pero hace unos años no te puedes ni imaginar...», explican los vecinos.

Aunque durante muchos años hubo partidas furtivas, en la actualidad el desarrollo de las mismas está regulado, al igual que las fechas y lugares en los que se puede jugar legalmente.

CREVILLENT

Buñuelos y chocolate para vestir las imágenes

En Crevillent los visitantes no saben que los pasos dejan el Museo de la Semana Santa los días previos a las procesiones para regresar a las casas de las familias que los guardaban antes. Ellas son las encargadas de vestir las imágenes y arreglar el paso, como se ha hecho toda la vida. Este tradicional arreglo de pasos se celebra en la tarde Miércoles Santo y reúne a los cofrades en torno a meriendas con buñuelos y chocolate, e incluso habas hervidas y vino de la tierra.

ELCHE

Huevos a las Clarisas para que no llueva

Las cofradías y hermandades de la Semana Santa ilicitana tienen la costumbre de llevar huevos al convento de las Clarisas para que no llueva durante las procesiones. Desde el propio monasterio ilicitano explican que «en función de la previsión meteorológica son más o menos las cofradías que se acercan a visitarnos y nos traen trece huevos». Se trata de una tradición que en Elche se mantiene intacta ya que Santa Clara es la patrona del buen tiempo y los cofrades lo saben. Así durante estas semanas, las hermanas reciben muchos más huevos de los que pueden consumir, y optan por repartirlos entre familias necesitadas. «Si nos tomásemos todos los huevos tendríamos el colesterol por las nubes», confiesan sonrientes desde el convento ilicitano.

Flores y fotografías para el Cristo de Zalamea

Elche también esconde otros arraigos, como la enorme devoción que los vecinos y personas de otras localidades tienen al Cristo de Zalamea, una imagen de pequeño tamaño que durante todo el año recibe multitud de ofrendas de flores y fotografías de familiares para los que se le pide protección en la capilla ubicada junto a la iglesia de San José. Los ilicitanos lo acompañan de forma multitudinaria en la procesión del Jueves Santo, pero no se olvidan de él durante el resto del año.

Bautizo a los niños con la resurrección

Una tradición con arraigo entre las familias de Elche es bautizar a los hijos durante la misa de resurrección del Sábado de Gloria o en la mañana del Domingo de Resurrección. El párroco José Antonio Valero apunta que «son los dos días ideales para recibir el bautismo, y suele haber mucha demanda en todas la parroquias».

ORIHUELA

Recorridos siempre impares a bares e iglesias

La Procesión del Jueves Santo es uno de los momentos más imponentes y respetuosos de la Semana Santa oriolana. Los cofrades salen, puntuales, a las once de la noche desde la iglesia de Santiago y ha sido siempre tradición que las oriolanas se dirigieran a la salida visitando templo a templo en el que rezar un padrenuestro. Esta estación penitencial nacía en la iglesia de San Vicente. Sólo hay que tener en cuenta que en Orihuela hay una treintena larga de iglesias y es fácil comenzar cinco horas antes. Los hombres que acompañaban a las mujeres solían esperarlas en las inmediaciones, en cualquier bar, tomando algo, habitualmente vino. Así nacieron «las otras estaciones» que con el paso de los años han ganado un arraigo. Contaba el desaparecido periodista Eduardo López Egío que las estaciones se realizaban de forma impar. Vamos, que nadie podía terminar esta tradición en número par de visitar ni a bares ni a iglesias.

Las Mantillas, siempre acompañadas

Nadie sabe el porqué pero las más de 600 mujeres que cada año participan en la Procesión de las Mantillas de Orihuela del domingo llegan a la iglesia de Santiago, desde la cual salen, cogidas del brazo de un varón que debe llevar, sí o sí, traje o chaqué. No es habitual que ninguna llegue sola al inicio de la procesión y por ello es normal ver a dos mujeres cogidas de los brazos del mismo varón. La tradición dicta que sea el padre, el novio o el marido, según los casos. Ver a una soltera de la mano de un muchacho daba a entender la oficialidad de una relación seria porque, en caso contrario, iría del brazo del padre o de un hermano. Este año, además, la Cofradía de Nuestra Señora Dolorosa ha recordado las normas que todas deben cumplir en el vestuario, como faldas por debajo de la rodilla o camisolas por debajo del codo.