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La vocación frente a la tradición

La profesión de los padres o de alguna otra persona del entorno familiar puede influir de manera decisiva a la hora de escoger una carrera

La vocación frente a la tradición

La existencia de sagas familiares dedicadas a una misma profesión es un fenómeno casi ancestral, que sigue dándose en la actualidad aunque adaptado a las pautas sociales de ahora. En líneas generales, el hecho de que el padre, la madre, otro familiar o alguna otra persona del entorno tenga una determinada titulación o desempeñe un oficio en particular no implica en absoluto que la siguiente generación vaya a seguir sus pasos, pero sí es a veces determinante. Distintos casos entre los alumnos de la Universidad de Alicante (UA) lo ponen de manifiesto: la vocación se antepone a la tradición, pero lo que se ve en casa puede ejercer una gran influencia.

David Moreno, estudiante de Arquitectura Técnica, es un ejemplo muy gráfico de ello. Su padre es propietario de un taller de ferralla y él siempre se sintió atraído por su oficio. «Lo he ido viendo y me ha gustado», explica, por lo que ha decidido ejercer la misma profesión. Eso sí, incide en que «para nada he estado nunca presionado» y que, de hecho, él es el único de cuatro hermanos que ha decidido formarse en la misma profesión de su progenitor. Simplemente, agrega, «lo ves en casa y te va llamando poco a poco».

Un caso parecido es el de Carlos Montiel, que estudia el doble grado de Derecho y Administración y Dirección de Empresas (DADE). «Mi padre estudió Economía, y mi tía y mi hermana Derecho», comenta. Esa proximidad hizo que comenzara a interesarse por estas áreas del conocimiento, así que, llegada la hora de ir a la universidad, «como me llegaba la nota decidí escoger esta carrera», pese a que «incluso mis padres me sugerían que no me metiera».

A su compañera Florencia Lago, la influencia le ha venido desde el ámbito mercantil. «Mi madre ha sido empresaria», por lo que «lo viví desde pequeña y luego me interesó», además de que «consideré que podía ser una buena salida laboral». No obsante, también ha habido una parte meramente vocacional: «De niña me llamaban la justiciera, porque mediaba para evitar peleas». Además, «aunque creo que hoy por hoy tener ADE es un plus, me ha acabado gustando más el Derecho».

Animados por el entorno

A veces, el impulso a estudiar una carrera no viene desde la familia, sino por parte de otra persona. Noelia García tenía claro que quería estudiar Publicidad y Relaciones Públicas, aunque quien acabó de convencerla fue, como ella dice, «mi abuelo de Irlanda». Y es que, tras no alcanzar la nota necesaria para entrar en la titulación deseada, decidió pasar un año en ese país, donde residió justamente en casa de un publicista jubilado. «Él me lo hizo tener aún más claro», afirma tan rotunda como orgullosa. En cambio, su compañero Pablo Asensi es un ejemplo de dedicación 100% vocacional: «Siempre he tenido interés en escribir y en la creatividad en la comunicación». Por ello, se decantó por esta carrera, pese a que nadie de su familia ejerce nada parecido y «nadie lo entiende», señala con ironía.

Raúl Toribio y Víctor Díaz, compañeros de Noelia y Pablo, coinciden en señalar que la influencia de un referente familiar «también depende de los padres y de la situación». Por su parte, Giuliana y Virginia, estudiantes de ADE, comprenden que el oficio familiar pueda influir a la hora de estudiar, pero recalcan que lo suyo es simplemente «vocación». Mientras, José Vicente, Jose, Nacho y Jorge, de Ingeniería Química, comentan que les atrajeron sobre todo las posibles salidas laborales de la carrera.

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