Pese a estar amenazada por un desahucio inminente, los servicios sociales no recibirán a Rocio Pliego hasta mediados del mes de mayo. Así lo denunció ayer esta joven tras conseguir que los juzgados le otorgaran tres meses más de prórroga gracias a la presión de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y Stop Desahucios, que lograron paralizar el desalojo. Pliego, que vive desde hace dos años con sus tres hijos menores en una casa ocupada, propiedad de un banco, acudió al centro social número cuatro a comienzos del mes de marzo, «cuando recibí una carta amenazando con echarme a la calle a final de mes». Para sus sorpresa y pese a su insistencia de que se trataba de un caso urgente, «me dijeron que hasta el 20 de mayo no me podía recibir la trabajadora social».

El juzgado ha dado ahora un margen de tres meses a esta vecina de Juan XXIII. «El siguiente paso ahora es hablar con la Concejalía de Acción Social para que la reciba cuanto antes y declare su situación de especial vulnerabilidad para que de esta manera se paralice el desalojo», señalaban ayer desde Stop Desahucios. Miembros de la plataforma estuvieron negociando desde primera hora de la mañana en los juzgados para tratar de paralizar, sin éxito, el lanzamiento. Hasta la casa en la que viven Pliego y sus hijos, uno de ellos con una discapacidad del 35%, se presentó la comitiva judicial, fuertemente escoltada por dos furgones de la policía y un coche patrulla. Minutos más tarde, llegó la procuradora que representa al banco. Tras hablar durante unos minutos con la afectada y con los vecinos, decidió posponer tres meses el desalojo hasta que Servicios Sociales valore el caso y emita un informe.

Actualmente la familia vive del subsidio de desempleo que cobra Rocío y que no llega a los 500 euros mensuales. Con esos ingresos un alquiler social es su única forma de poder tener una vivienda, «pero llevo dos años negociando con el banco y no hay manera, pese a que sí podría pagarlo porque cuento con un trabajo por temporadas desde hace cuatro años y mis padres me pueden ayudar».

Esta joven asegura que la vivienda que ocupa actualmente estaba destrozada cuando ella llegó. «Los vecinos me han apoyado y me han ayudado a arreglarla, porque no había ventanas, ni puertas, los grifos estaban arrancados y había comenzado a caer agua al vecino de abajo». Desde Stop Desahucios señalan que el caso de Rocío Pliego y sus hijos «es una ocupación necesaria, ya que de otra forma no la habríamos apoyado».