Ante la disparidad de teorías sobre el origen de la expresión «predicar en el desierto», sólo se puede afirmar con certeza que quien lo hace pierde el sermón ante la imposibilidad de conseguir su propósito. Pero éste no es el caso.

Entre dunas de arena y de pobreza, un rallye dirigido a alumnos universitarios de España, Portugal y Andorra, ha cumplido este año siete ediciones recorriendo el desierto del Sáhara con el fin de ayudar a las aldeas marroquíes más necesitadas.

Borja Gallud y Alfonso Ases, estudiantes alicantinos de Ingeniería Mecánica de la UMH, han sido los únicos de la Comunidad Valenciana que han participado en el Uniraid 2017, tras más de un año de dura preparación. «Buscábamos una experiencia de voluntariado que nos permitiera poner en práctica los conocimientos aprendidos en la universidad y encontramos este rallye», comenta Alfonso Ases, copiloto del equipo Sabinar Raid UMH.

Esta aventura, en la que participaron casi un centenar de coches, no sólo ha sido un reto de siete etapas al volante de un Seat Panda de los años noventa sino que también ha supuesto un arduo trabajo para conseguir patrocinadores y visibilidad. «La gran recompensa fue poder empezar tras tanta preparación previa», sostiene Ases.

Otro gran desafío fue la puesta a punto del coche gracias a sus conocimientos de ingeniería y con la ayuda del taller mecánico Sabinar, su principal sponsor. «Lo dejamos solamente con el chasis», comenta el piloto Borja Gallud.

Esta reparación del vehículo la hicieron con miras a las condiciones que iban a tener que soportar: ruedas más grandes -preparadas para los baches y la arena de tan yermo paraje- y modificación de la suspensión, una gran apuesta que brilló entre el resto de participantes de la prueba. «El objetivo era ganar altura sin perder la estabilidad», afirma Ases.

Quedaron décimos en la general, pese a quedarse en una etapa ocho horas desasistidos tras un fallo eléctrico, pero subir al podio no era el objetivo de esta prueba.

El dúo alicantino emprendió esta aventura sabiendo que la sonrisa de un niño era más valiosa que cualquier medalla. «Esa sensación era lo que nos daba fuerzas para continuar al día siguiente», asegura el dúo.

El equipo Sabinar Raid UMH salió de Alicante con más de 60 kilos de ayuda que recogieron en el Aula Magna de la universidad, en una jornada en la que recibieron consejos de varios profesionales del motor, como el del benidormense Miguel Fuster, campeón de España de rallyes.

Nada más pisar el Sáhara, una sacudida de aire y realismo les hizo conocer de primera mano la exigua situación de las aldeas saharauis. «Parece que haya pasado una guerra, no somos conscientes de todos los problemas que tienen», comenta Ases. «Unas simples gafas de sol son un tesoro porque sufren muchos problemas de visión», matiza Gallud.

Pero aquí no terminó su tarea, un móvil y una tarjeta de teléfono de datos marroquí fueron el espejo de la aventura por el desierto y su retransmisión diaria de la prueba por redes sociales les valió el premio de mejor cobertura de la carrera. Ahora preparan un reportaje que pronto verá la luz.

Ya piensan en nuevas metas y no descartan repetir en la próxima edición, pero con algunas novedad: «Queremos ir más allá, llevar otro tipo de material, deseamos mejorar aquello».

Las pésimas condiciones en las que se vive en el desierto del Sáhara es algo que no se puede discutir, como tampoco el mérito de organizaciones como la de este rallye y las ganas de colaborar de gente como Borja y Alfonso, que ayudan a que predicar en el desierto sea, algún día, algo de lo que se pueda presumir.