No hay alicantino que no conozca Santa Faz, una pedanía que se articula alrededor del monasterio donde se custodia la reliquia del mismo nombre y que cada año atrae a miles de personas en la tradicional romería del mismo nombre. Pero para alrededor de mil personas, la Santa Faz no es sólo un lugar de peregrinación y fiesta sino su barrio en el que la vida diaria no tiene nada que ver con el tumulto del segundo jueves posterior al Jueves Santo en el que el caserío recibe a más de 250.000 personas. «Esto es muy tranquilo aunque ahora tenemos la amenaza de la gasolinera», indica Azucena Valles, presidenta de la Asociación de Vecinos de Santa Faz, inmersa ahora en una campaña contra la instalación de una gasolinera a la entrada del caserío.

La escasez de transporte público es otra de las reivindicaciones de los vecinos. «Aquí sólo viene el autobús de la línea 23 que es el del hospital y da muchas vueltas. Si se vive aquí y no se tiene coche, no hay que tener prisa», señala Javier Díaz, quien vive en una de las urbanizaciones de nueva construcción junto a las viviendas tradicionales que rodean al monasterio. La presidenta de la AA VV recuerda que «se nos prometió que el Tram pasaría por aquí pero no lo ha hecho, y el coche es imprescindible sobre todo para llevar y traer a los jóvenes en sus salidas».

Por lo demás, «este es un sitio magnífico para vivir, estamos a 15 minutos andando de Sant Joan. Hay institutos, colegios, el centro de salud cerca y el hospital enfrente, y los domingos, hasta un mercadillo», tal como resalta Salvador González, otro vecino de la pedanía. Los residentes destacan las rutas para caminar por la zona: «Hay carril bici aunque es muy estrecho pero ir caminando por el cauce del río hasta la playa es precioso pasando por muchas de las torres de la huerta». De hecho, en la partida se sitúan varias de las torres de la huerta alicantinas catalogadas como Bien de Interés Cultural.

La Plaza Luis Foglietti, donde se encuentra la fachada principal del monasterio, es la más conocida y emblemática del caserío. Aunque no todos los vecinos están de acuerdo con el resultado, la última reestructuración de la plaza y la remodelación de las fachadas de la casas que se pintaron de vivos colores, hace que las zona ofrezca una imagen cuidada y agradable. En el centro, la fuente tradicional comparte espacio con otra moderna de mármol negro que no convence a los vecinos. «Parece la fuente de un cementerio», indica riendo Azucena.

Aunque en la pedanía hay muchas casas vacías, en los últimos años algunas se están arreglando y ocupando lo que, junto a las nuevas urbanizaciones, está provocando un cierto rejuvenecimiento del caserío.

Santa Faz está dividido en dos partes que dependen administrativamente de Alicante o de Sant Joan, lo que da algún que otro quebradero de cabeza a los vecinos en cuestiones como la escolarización de los niños o el correo «Por ejemplo, para alguna gestión en Correos tenemos que ir al Pla en vez de a la oficina de Sant Joan». Los residentes, por otra parte, cuentan en la zona con varios bares y restaurantes, el hostal y «una tiendecita de urgencia».

Pero el principal motor de la zona es sin duda la reliquia de la Santa Faz, el lienzo en el que, según la iglesia católica, está plasmada la imagen de la cara de Cristo que se venera en el monasterio y que dio origen al caserío y a la pedanía.

Leyenda

La leyenda sobre la Santa Faz parte del Milagro de la Lágrima. Cuenta que un sacerdote de Sant Joan, Mosén Pedro Mena, recibió en el siglo XV parte del paño sagrado en un viaje a Roma, concretamente uno de los pliegues con el que la Verónica limpió la cara de Cristo en su camino al Calvario. Al parecer, el sacerdote no acabó de creer en el origen milagroso de la reliquia y la guardó en el fondo de un arcón, pero cada vez que lo abría encontraba la tela en la parte superior, lo que le hizo confiar más en su carácter milagroso y sacarlo en rogativa el 17 de marzo de 1489 para pedir que lloviera ante una pertinaz sequía. Según la leyenda, al llegar al barranco de Lloixa, el portavoz de lienzo sintió que le pesaba mucho y vio cómo brotaba una lágrima de la imagen constituyendo el primero de los tres milagros que se le atribuyeron en dos semanas Los otros dos milagros serían el de las tres faces, cuando el franciscano Benito de Valencia levitó con la reliquia en la mano, y el de la cruz, cuando una semana después apareció en el cielo una cruz celestial entre un arco iris, tal como recoge la asociación cultural Alicante Vivo.

El monasterio

En el lugar donde cayó la lágrima se levantó el monasterio, fundado entre 1489 y 1490. Contaba con una nave única y estaba cubierto con bóvedas de crucería resuelta con arcos y plementería de arenisca y contrafuertes. Entre 1721 y 1738 se llevó a cabo una reconstrucción en la fachada del templo, pero poco después se tuvo que demoler al amenazar ruina. José Terol hijo como maestro de obras y posiblemente Fray Francisco Cabezas como arquitecto se encargaron de dirigir la construcción del nuevo santuario de planta de cruz latina con cuatro tramos y sus respectivas capillas laterales formando los pies, crucero con media naranja sobre tambor octogonal y cabecera cuadrada. Entre 1751 y 1756 se llevó a cabo la reconstrucción del edificio, cuya terminación se alargó hasta 1785 y en 1826 se construyó el altar mayor. La actual edificación, que es del siglo XVIII, presenta un frente de fachada formado por dos cuerpos ligeramente diferenciados, construidos con sillares.

El frente de la iglesia se culmina con una pequeña cornisa de perfil curvo con tres pináculos y el del convento con una balaustrada y piñas que recuerda la del ayuntamiento. La portada del convento repite a una escala menor y con sólo dos cuerpos, la exuberancia ornamental de la iglesia. La iglesia es de nave única y cuatro capillas entre los contrafuertes, crucero con cúpula y ábside recto. Dado su carácter de iglesia de peregrinación existe un camarín octogonal tras el retablo mayor donde se custodia la reliquia. Finalmente, en el huerto del convento hay una torre defensiva de 1582 integrada en el conjunto, el único elemento original que permanece en pie.

Durante la Guerra Civil el complejo fue asaltado por milicianos y sufrió algunos daños pero se puso a salvo la reliquia. Posteriormente fue utilizado como fábrica de aviones y tras la guerra fue restaurado y fabricado un nuevo altar obra de Juan Vidal Ramos. En el interior del templo se encuentran sepultados excepcionalmente dos ilustres alicantinos: el compositor Óscar Esplá y el artista Eusebio Sempere.

Aunque es durante la celebración de la romería y los días anteriores y posteriores cuando acoge a miles de personas, el monasterio y la reliquia mantienen su influjo durante todo el año. Prácticamente todos los fines de semana, la iglesia acoge bodas y ceremonias lo que ha ocasionado no pocos quebraderos a los vecinos. «Las bodas ensucian mucho por lo que hemos llegado a un acuerdo con el monasterio y con los novios para que se ocupen de limpiar el exterior de la iglesia», ha indicado la presidenta Azucena Valles a este respecto. Por otra parte, son muchos los alicantinos que recorren los viejos caminos de la huerta para hacer senderismo y running así como turistas que se acercan al caserío para visitar el monasterio. «No es Covadonga, pero la Santa Faz tiene tirón», asegura Javier Díaz.

Los visitante y los vecinos suelen encontrarse a diario con los internos y voluntarios de San Rafael, el centro de atención a personas con discapacidad intelectual, que con sus actividades y fiestas se han convertido en partícipes y animadores de la vida del caserío.

A la actividad de la zona también contribuye la asociación de vecinos cuyas dependencias se encuentran en el piso piloto de una de las urbanizaciones de reciente construcción. Allí se celebran manualidades, labores y talleres para los niños pero la directiva considera que se les ha quedado pequeña para las necesidades de la zona.