El cisma en la familia del expresidente de la CAM Vicente Sala volvió a quedar patente ayer en el juzgado donde, después de que la semana pasada lo hicieran los dos hijos mayores, comparecieron las dos menores de María del Carmen Martínez para declarar ante el juez que investiga el asesinato de su madre.

Su estado de ánimo y la ley (que faculta a no declarar en causas en las que esté implicado un familiar directo) evitó que Fuensanta, la más pequeña del clan y casada con Miguel López, encarcelado desde hace tres semanas por la muerte de su suegra, fuera interrogada. En ausencia de su testimonio, fue su hermana Antonia la que admitió al juez que desde septiembre no había relaciones con su madre porque estaban muy dolidas por haber sido cesadas en el consejo de administración del holding familiar. Y dio la misma explicación que su hermana Mar (con quien continuará personada en la causa al rechazar el magistrado la petición de que fueran expulsadas) sobre los whatsapp idénticos que todos los nietos enviaron a su abuela diciéndole que no querían volver a verla: fueron redactados delante de una asesora del consejo para que la víctima se ablandara y reconsiderara su postura en el conflicto empresarial, precisó. Una batalla en la que admitió la existencia de un pacto con sus otras dos hermanas para votar en bloque frente al formado por su madre, su hermano y su tía y en la que, a la pregunta de por qué cesaron a su hermano en el consejo de julio, sólo acertó a responder que porque se lo dijeron sus asesores.

A la cuestión de si sabía que con la muerte de su madre y la desaparición de la acción de oro las tres hermanas (que suman el 60% de las acciones frente al 37,5% del primogénito) recuperaban el control de la empresa, Antonia contestó que lo desconocía, en línea con lo testificado por su hermana Mar el viernes pasado, quien dijo no saber a quién beneficiaba la muerte de su madre. Sólo el primogénito se ha pronunciado delante del juez al respecto para decir que a él le perjudicaba porque su madre era para él un seguro en la pelea empresarial que mantenían.

También fue interrogada Antonia por el momento en que, la tarde del crimen, Miguel López se presentó en la vivienda de su hermana Mar donde las tres estaban reunidas hablando por teléfono con un abogado sobre la polémica acción de oro. Aseguró que su cuñado llegó, que le llamaron y le escucharon hablar con voz alterada desde otra habitación y que se marchó sin decir nada. Que después les comunicó que habían atracado a su madre en Novocar, que tenía un fuerte golpe en la cabeza, que ya estaba el Samu y que fueran con tranquilidad. Y concretó que no repararon en avisar a su hermano porque se agobiaron con la noticia y fue luego el marido de Mar quien lo hizo.

Además de las dos hermanas, ayer también estaban citados ejecutivos de la empresa familiar, quienes descartaron ante el juez que hubiesen tenido problemas con los negocios en Hispanoamérica. Y el jardinero de los Sala, que quitó importancia al episodio en el que Mar salió precipitadamente de su casa con su coche y, al parecer, pasó demasiado cerca del lugar donde su madre estaba conversando con este trabajador.

Declaró también el responsable de la empresa situada en la carretera de Ocaña cuyas cámaras grabaron tanto la llegada a Novocar de la víctima con su hermana como la salida del sospechoso para advertir de un desfase por el cambio del horario de verano al de invierno, un ajuste que aún no se había realizado, y una pareja a quien Miguel López comunicó en el tanatorio, durante el velatorio de su suegra, su convencimiento de que iba a ser detenido.

El lunes continúan las diligencias acordadas por el juez con la siguiente tanda de declaraciones (personas que estaban en Novocar y la asistenta de los Sala, entre otros) y el martes tendrán lugar las dos inspecciones oculares que quiere realizar el instructor, una a plena luz del día y la segunda, a la misma hora solar que cuando se