Tras desembarcar en la playa de San Juan y en el arenal del Postiguet, las algas se han hecho las dueñas y señoras del Cabo de las Huertas y se han apoderado del litoral de esta zona de la ciudad de Alicante. Desde la playa de la Albufereta hasta el arenal del Faro, el paisaje costero se ha teñido de un tono marrón oscuro casi negro y cuenta con alfombras vegetales que en algunos puntos ocupan varios metros cuadrados.

Pasear por primera línea de playa se ha convertido en una misión casi imposible, sobre todo en zonas como la cala Judíos y Cantalar, donde la cantidad de restos de posidonia es tal que se han llegado a formar grandes dunas que los más pequeños aprovechan para escalar como si de una montaña se tratara.

Esta situación ha generado un gran malestar entre los residentes, ya que los ciudadanos frecuentan las calas del Cabo para dar largas caminatas por el litoral o para pasear a sus mascotas. Tareas que ahora no pueden llevar a cabo con normalidad porque las algas se han comido el suelo rocoso y las excursiones ahora tienen que hacerse por segunda o, incluso, tercera línea.

Asimismo, la cala Judíos cuenta con una zona de pavimento que se ha hundido y que ha dejado al aire hierros de varios centímetros de altura y de grosor que se encuentran camuflados por los restos de vegetación marina. Dicha área, aunque actualmente se encuentra cercada por valas, supone un peligro para los usuarios de la cala, sobre todo por la noche cuando la visibilidad es muy deficiente.

Por su parte, Víctor Domínguez, concejal de Medio Ambiente de Alicante, manifestó que el Ayuntamiento no tiene la intención de retirar las algas de la costa del Cabo de las Huertas -ni de ninguna otra playa de la ciudad- hasta antes de Semana Santa, momento en el que se termina la temporada baja.

«Por la recomendación que hizo el Instituto de Ecología Litoral y ante el peligro de que las calas del Cabo acabaran con menos roca y acabaran desapareciendo, se tomó esta decisión», explicó el edil de Guanyar. «Los arribazones de posidonia se mantienen para evitar la erosión por los temporales que pueden ocurrir en invierno», añadió Domínguez, quien además aseguró que en algunas playas de la provincia se puede comprobar como los arenales han ganado «varios metros» de terreno al mar simplemente con el empleo de esta técnica durante los meses de frío.

Playa de la Almadraba

Por otra parte, el arenal de la Almadraba tampoco está en su mejor momento. Si bien la cantidad de algas acumuladas no es tan considerable como la de las calas, la baja calidad de la arena es lo que más vienen denunciando los vecinos desde hace tiempo. Y es que, la arena terrosa de la Almadraba no invita a visitar la playa.