La Conselleria de Agricultura ha concedido licencia a la mercantil Llotja d`Alacant para la apertura de la actividad comercial en la Lonja del Pescado del Puerto de Alicante tras casi un año de gestiones desde que los empresarios alicantinos Felipe Fuster y Francisco Mira se hicieran con la concesión.

Doce años después, en la lonja, ubicada en el muelle de poniente, se volverá, por tanto, a vender pescado fresco la próxima semana a las pescaderías y restaurantes que cuenten con los avales, no a particulares. El objetivo de los promotores es distribuir por toda España e Italia, porque por Alicante también van a entrar especies como atún rojo y pez espada.

La mercantil tiene ya apalabrados barcos alicantinos, trasmalleros y de cerco de Murcia que hasta ahora desembarcaban en Torrevieja. La iniciativa ha sido acogida con satisfacción en el Ayuntamiento y ayer el responsable de Comercio, Pedro de Gea, avanzó que la reapertura puede servir de base para la creacón de la marca «Pescado de Alicante».

El Puerto aprobó en abril de 2016 adjudicar a la mercantil Llotja d´Alacant, la gestión de la lonja, una infraestructura cerrada desde hace 12 años, que llevó incluso a la quiebra a la Cofradía de Pescadores de Alicante, y que ahora recupera su actividad de comercialización del pescado en primera venta. Para ello, Llotja d`Alacant, vinculada a mayoristas de pescado de Alicante, pagará un canon de cien mil euros al año al puerto, y tendrá que convencer a los pesqueros que faenan por el Mediterráneo para que vuelvan a descargar en Alicante.

Hasta el momento, el pescado y el marisco fresco de bahía y del Mediterráneo que se vende, por ejemplo, tanto en pescaderías como en grandes supermercados, llega desde las lonjas de Altea, La Vila y Santa Pola. De ahí el reto de la mercantil, constituida por Francisco Mira, propietario de Pescados Mira y Felipe Fuster, de Alicante Port, de buscar mercancías para la lonja.

El Puerto fue puntero hasta 2003, cuando la lonja llegó a mover 50.000 kilos de pescado. La cofradía decidió entonces aumentar el negocio e impulsó la construcción de un inmueble que costó 3,5 millones confiada en unas ayudas de la UE que nunca llegaron. Los bancos, Caja Duero en su día, embargaron y el edificio volvió al Puerto.