La Marina Alta y la Vega Baja son las comarcas de la provincia con un mayor riesgo de pobreza entre la población, así como con los niveles de renta más bajos, en un claro contraste con las zonas de interior, cuyos índices son mucho más favorables. Así lo refleja el detalle de la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE), cuya información desglosa a nivel provincial y comarcal el Portal Estadístico de la Generalitat. Según los últimos datos, relativos a 2015, un 28,3% de la población de la Marina Alta se encuentra en riesgo de pobreza, y un 25,9% en la Vega Baja, frente a la media provincial del 21% y un 18,5% en el conjunto de la Comunidad Valenciana.

Mientras tanto, esta tasa es del 16,1% en l'Alcoià y del 17,4% en el Comtat. También el Alto Vinalopó, el Baix Vinalopó y l'Alacantí tienen tasas de pobreza inferiores a la media autonómica. Una situación análoga se da en el caso de la renta media anual de las familias: 9.479 euros en la Marina Alta y 10.246 en la Vega Baja, frente a 13.806 en l'Alcoià y 13.599 en el Comtat. En este caso, los datos medios son de 12.010 euros en la provincia y 13.305 en la Comunidad, por lo que, de nuevo, las zonas industriales más alejadas de la costa destacan por tener un nivel de vida más alto que el resto.

El mismo panorama se repite en el índice que mide el número de personas que sufren una carencia material severa. Este problema afecta a un 9,1% de la población de la Vega Baja y a un 8,6% en la Marina Alta, frente a un 6,1% en el Comtat y un 6,2% en l'Alcoià. La dicotomía, más que entre costa e interior, es entre las zonas que dependen más en exclusiva del turismo y el resto. Así, la Marina Baixa tiene unos índices similares a los de la Marina Alta y la Vega Baja, mientras que los datos de todo el valle del Vinalopó se asemejan a los de l'Alcoià y el Comtat. También los de l'Alacantí, que pese a ser una comarca litoral tiene una economía más diversificada al haber más servicios y empleo de tipo comercial o administrativo.

El profesor de Geografía Humana de la Universidad de Alicante (UA) Antonio Martínez Puche corrobora la correspondencia entre las mayores tasas de precariedad económica y empobrecimiento y las comarcas que han tenido «más dependencia del ladrillo y del turismo», que son precisamente la Vega Baja y la Marina Alta. El docente recuerda que la crisis económica posterior a 2008 ha golpeado especialmente a quienes vivían de estos sectores, que han perdido «hasta un 50% de nivel adquisitivo en algunos casos». A esto se suman otros factores asociados, como la presencia en el territorio de muchos pensionistas -como buena parte de los residentes en los nuevos desarrollos urbanísticos- y la escasa contribución que este segmento poblacional hace a las arcas públicas, ya que dependen de subsidios de no muy elevada cuantía.

Esta cuestión, explica Martínez Puche, se ha agravado aún más en los últimos años, con la pérdida de población que estas comarcas han sufrido, ligada precisamente al colapso del ladrillo; a menos población, menos renta generada. En contraposición a esto, las comarcas del interior o más industriales han tenido «una menor dependencia del residente extranjero» y, además, su actividad económica ha aguantado mejor los envites de la crisis. Al respecto, alude a que los sectores industriales tradicionales «están más acostumbrados a superar los periodos de crisis», y que el tejido social existente ha permitido también «amortiguar los efectos devaluados en las tasas de carencia material».

Más incidencia del paro

El profesor de la UA alude a que esta precariedad económica se constata también en el desempleo, que presenta valores bastante elevados en la Marina Alta. Así, destaca que «el año 2016 terminó con más de 13.000 parados» en esta comarca, y que los mayores incrementos en los últimos meses se han registrado precisamente en municipios con una gran presencia del factor residencial, como Calp, Dénia, Xàbia, Benissa, Teulada y El Poble Nou de Benitatxell. Por el contrario, el desempleo ha bajado en localidades como Gata de Gorgos, Pedreguer, Ondara y Pego, «más vinculadas a la industria» a otros sectores que no sean los servicios turísticos.

En el caso de la Vega Baja, Martínez Puche alude a la falta de alternativas que ha dejado el hecho de que «la huerta se ha quedado sin agricultores, como un paisaje residual y poco valorizado». Al mismo tiempo, el sector primario «ha experimentado también un descenso en sus rentas», lo que ha intensificado el problema. Por ello, a su juicio urgen soluciones que pasen por «la identificación y atención a nuevas expectativas de los turistas», más allá del clásico sol y playa, apostando por «tendencias emergentes vinculadas a la sostenibilidad ambiental y social», que generen un producto más especializado y un empleo más cualificado.