En las horas siguientes al asesinato de Mari Carmen Martínez junto a la tienda de coches usados propiedad de la familia, la Policía Nacional practicó a los empleados y al propio gerente, el yerno de la víctima ahora detenido, la denominada prueba de la parafina, una práctica que determina si una persona ha utilizado un arma de fuego, incluso horas después de haber apretado el gatillo. Todos dieron negativo.

La parafina es un derivado del petróleo que aplicado a alta temperatura sobre la mano, prenda de vestir o cualquier otra parte del cuerpo del sospechoso, se espera a su solidificación y se le aplica un producto químico que reacciona con un cambio de color ante la presencia de pólvora. Constituye una diligencia policial básica en estos casos.

Una prueba de parafina negativa no indica, sin embargo, que el arma no se haya utilizado, aunque no es sencillo deshacerse de la pólvora adherida al cuerpo tras detonar una pistola. Los profesionales que practican tiro habitualmente suelen colocan junto a sus pies un papel en blanco sobre el que van cayendo los restos de pólvora a medida que se producen los disparos. La eliminación de todo resto de pólvora implica lavar bien la ropa (o utilizar guantes, pasamontañas o casco y luego desprenderse de todo ello) y lavarse a conciencia todo el cuerpo. Y a veces no es suficiente.