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La pista de las balas

La manipulación de los proyectiles usados para matar a Mari Carmen Martínez es un proceso laborioso y reservado a expertos en munición

La munición empleada para acabar con la vida de María del Carmen Martínez, viuda del expresidente de Caja Mediterráneo, Vicente Sala, constituye uno de los elementos esenciales en la investigación para esclarecer el asesinato, por el que hasta el momento sólo ha sido detenido el yerno de la víctima, poseedor de licencia de armas y aficionado al tiro olímpico.

Del análisis de los dos casquillos encontrados en el lugar de los hechos, la Policía está convencida de que la municion fue retocada para dispararse con un arma diferente y así despistar a los investigadores sobre la procedencia de la pistola y, por tanto, sobre la autoría. Ha trascendido hasta el momento que los casquillos hallados en el entorno del establecimiento de vehículos regentado por el yerno de la víctima, Miguel López, correspondían a un calibre diferente al de los proyectiles que le causaron la muerte.

Una manipulación de este tipo sólo puede acometerla un experto en armas y balística, y ni siquiera así es un proceso sencillo, aseguran instructores de tiro consultados por este periódico. Una bala del 38 sólo puede ser disparada a través de un revólver y en modelos muy poco comunes de pistolas semiautomáticas. Si como apuntan fuentes de la investigación, los casquillos encontrados envolvían proyectiles de 9 milímetros (reservados para su uso en pistolas), quien manipulara el arma tuvo que emplear a fondo toda su pericia. El culote (parte trasera) del 38 es más grande que el del 9 milímetros. El autor tendría que haber cortado la vaina (casquillo) del 38 a la medida del 9mm y realizar manualmente la recarga de pólvora y proyectil (la recarga es legal y habitual entre los tiradores), aunque a los expertos no acaba de encajarles que un casquillo del 38 quepa en la recámara de una pistola de las comunes en el mercado. El departamento de balística de la Policía Nacional, indican los expertos, «debe de estar teniendo mucho trabajo con este asunto». El nueve milímetos parabellum, como su nombre indica, es una munición habitual en cualquier ejército y la más extendida entre los poseedores de armas. Es el calibre predilecto de los «malos» para la distancia corta.

En España es relativamente difícil ser portador de un arma de fuego. Conlleva un proceso tedioso de pruebas de capacitación y exámenes técnicos, pasar revisiones periódicas de la Guardia Civil (la revista de armas es cada tres años), custodiarlas en armero, adscribirse a clubes federados y, en el caso del tiro olímpico, realizar al menos dos disparos al año para no perder la licencia.

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