«Que en una fiesta con casi 90 años de historia (las Hogueras fueron fundadas en 1928) sólo seamos dos mujeres las que hacemos monumentos es inconcebible. Cómo no vamos a querer hacer hogueras. Somos luchadoras, y en lo artístico, nuestra delicadeza y sutileza no la tienen los hombres». Quien así habla es Mari Carmen Baeza, de 44 años, una de las dos únicas mujeres artistas foguerers que plantan y firman monumentos en Alicante: la otra es Magdalena Tarí, de 61 años. Son las únicas caras femeninas en el Gremio de Artistas, colectivo integrado por medio centenar largo de hombres.

La causa, opina Mari Carmen, está en una sociedad que en general está enfocada al hombre y en un oficio «machista» que pasa de padres a hijos. «Las mujeres, de toda la vida, han estado en los talleres de hogueras como cartoneras. Y benditas cartoneras, pero yo quería hacer hogueras». Entre los trabajadores que ayudan a los artistas hay, dice, un 20% de chicas, pero siempre en segunda línea.

Así estuvo muchos años Magdalena Tarí, esposa del artista José Muñoz Fructuoso. Natural de Elche, hasta 1981 trabajaba como aparadora y en sus ratos libres ayudaba a su novio en el taller. Se casaron al año siguiente, al poco cerró la fábrica y se volcó en la faena de su marido con hogueras mientras cuidaba a sus hijas. «Las dejaba dormidas y me venía al taller a adelantar. Fueron muchas noches de plantà en La Florida, Benalúa, Óscar Esplá, Sagrada Familia... Hubo un año que hicimos once, entre grandes e infantiles y portadas de barraca. Y carrozas de Reyes Magos o para las capitanías de los Moros y Cristianos de Ibi».

Aquellos fueron buenos tiempos. Eran los 90. «·Después fue decayendo y ahora tenemos poco trabajo. En esta profesión la gente lo está regalando». De Fructuoso «heredó» la dirección del taller en 2009, cuando él enfermó. «Fue entonces cuando me di de alta como artista». El Gremio, dado su conocimiento de la profesión, votó a favor de admitirla si pasaba un examen al no poder seguir su marido.

Y lo pasó. En 2010 plantó por primera vez en Alicante y en 2013 firmó la Especial infantil de Florida Portazgo. Tras un paréntesis, han vuelto a contratarla este año y montará la hoguera adulta del distrito Gran Vía Garbinet, en quinta categoría. Y lleva siete años plantando la hoguera del Raval de Elche. El pasado junio fueron sus amigas, hijas y otras chicas de la familia a ayudarla, «éramos al menos diez mujeres que bajamos la hoguera del camión y la levantamos. Fue un día muy bonito».

«Me gusta estar en el taller. Pintar, y sobre todo poner pan de oro a hogueras y carrozas. Pero vamos pillados. La suerte es que tenemos un taller en propiedad. Sacamos lo justo. Es un trabajo manual, las horas pasan rápido y cuesta mucho».

También tiene ya su taller Mari Carmen, un pequeño local familiar en el barrio del Pla de Alicante, donde trabaja en la hoguera «Resurrección» que plantará en junio en Carolinas Bajas, de categoría adulta. Así como la infantil del distrito, y la portada de barraca de Virgen del Remedio La Paz. Lo suyo es vocacional. No pudo estudiar lo que quería, Bellas Artes, así que cursó Óptica en la Universidad pero nunca ejerció: era administrativa en una empresa de construcción. «Llegó la crisis y me dije: ahora o nunca. Siempre me había picado el gusanillo de lo artístico, hacía ninots de carrer, decorados para las presentaciones, me gustaba dibujar, la fotografía...pero nunca me sentí capaz y apenas había mujeres haciendo hogueras».

Aprovechando el paro se lanzó «porque en una oficina me ahogaba. Vi un anuncio en una red social del curso de artista del Ayuntamiento, me apunté y me llevé el segundo premio de becas. Metí la cabeza y pensé: que salga el sol por donde quiera». Luego hizo el ciclo superior de artista de Hogueras, la única enseñanza reglada sobre este oficio que hay en la provincia.

Con la plantà de «Resurrección» se convertirá en artista agremiada en fase de examen aunque realmente lleva cuatro años plantando infantiles desde la primera en 2013 firmada por la comisión, por la que no cobró, regalando su trabajo. «Nunca imaginé que haría hogueras adultas, sólo infantiles, pero una grande, económicamente, es como hacer ocho pequeñas. Mi familia se ha dado cuenta de que no era un capricho y que no lo hago mal, están volcadísimos». Afirma que sin su apoyo no sería posible cumplir su sueño a sus 44 años. «Quiero vivir de esto. Le dedico muchas horas y soy perfeccionista». Y quiere que se hable de ella, para bien o para mal, por eso promete hogueras críticas, «es lo que me pide el cuerpo».