«Los algoritmos pueden ser letales si nos los conoces y además, no se pueden controlar. Vivimos con ellos pero hacen lo que les da la gana y nosotros como matemáticos procuramos que no se desmanden». Estas curiosas palabras para alguien profano en la materia las pronunció ayer el profesor emérito, catedrático de Matemática Aplicada por la Universidad Autónoma de Madrid, Juan Luis Vázquez. Este Premio Nacional de Investigación Julio Rey Pastor ofreció ayer la ponencia inaugural del Aula de la Ciencia y la Tecnología de la Sede de la Universidad de Alicante bajo el título «La poderosa influencia de las matemáticas en el mundo actual».

«Hoy día todo está embebido en cálculos digitales con algoritmos matemáticos, los informáticos los escriben, los físicos cambian el sistema sobre el cual se escriben y los ingenieros fabrican los aparatos resultantes», explicó Vázquez. «Somos como una banda y vamos todos juntos para conseguir que el mundo digital funcione», ironizó. En realidad, admitió, «nunca vivimos un momento mejor que el actual para las matemáticas». Pero ¿cómo puede ser letal un algoritmo? «Pues piensa en los algoritmos utilizados para la ingeniería financiera que ha terminado provocando una crisis mundial», responde el catedrático. «Hubo quien utilizó los algoritmos para avivar la codicia de la gente normal y esos tienen una responsabilidad social por estimular las bajas pasiones del pueblo», continuó Vázquez. «Los matemáticos lo advertimos pero en ámbitos académicos porque otros estaban precisamente trabajando para esos bancos que crearon los productos que después han estallado. De hecho, muchos trabajadores honrados de esos bancos vendieron a sus clientes esos productos sin saber el peligro que suponían. Fue como criar un cocodrilo en casa», reflexionó el profesor.

Sin embargo, haciendo gala de un optimismo que dejó ver en varios momentos de la charla que mantuvo con los medios, sentenció que «las matemáticas tienen un gran poder que bien utilizado nos puede hacer la vida mucho mejor».

En su opinión, el principal problema es que la sociedad «desprecia las matemáticas porque no las entiende». «La gente se pone nerviosa con las matemáticas y eso es un error porque a los matemáticos no nos pone nerviosos Cervantes», argumentó. Por eso abogó por la educación de la población. «Al final España no es tan cafre. Todos tenemos claro que las matemáticas y la lengua deben ser asignaturas troncales fundamentales. Para los niños es vital el modelo de educación griega clásica que entrena la mente para un mundo sofisticado. Las matemáticas enseñan a pensar lógica y deductivamente, a ver en el caos y encontrar el orden», defendió. De hecho, en cuanto a las matemáticas se refiere Váquez afirmó que «España es la novena potencia mundial en cuanto a producción aunque, eso sí, no tenemos premios Nobel». Y añadió que la formación del profesorado es alta. Entonces, ¿por qué en general las matemáticas tiran para atrás a tantas personas? La respuesta que da Vázquez es tan simple como sincera: «Porque son difíciles». Pero a la vez, son básicas para la vida ya que «intervienen en la toma diaria de decisiones importantes». Y la sociedad actual «basada en la gratificación instantánea» no ayuda a su comprensión. «Para la mayoría los problemas son fuente de angustia, mientras que para los matemáticos son fuente de actividad, nos pagan por resolver problemas y avanzar», indicó.

Vázquez desveló que trabajó como investigador para asesorar al Gobierno sobre política científica en relación a los mínimos de inversión para garantizar la viabilidad del sistema. «En esos años había dinero y se consiguió ir mejorando en I+D+I, pero llegó la crisis y todo se vino abajo», a lo que siguieron «diez años de crisis, recortes y desastres». En este sentido, aunque entiende el drama de los jóvenes que tienen que salir de España para trabajar, considera que «el problema está en los que no se van a ningún sitio». «Tenemos que ser capaces de atraer el talento, que esos jóvenes tras la experiencia en el extranjero vuelvan», señaló. «Yo no tengo la solución. Es un problema complejo que hay que abordar y el lenguaje político tiende a simplificar en exceso y caer en el pesimismo contagioso», aseveró el catedrático. En su opinión, «quizá si primásemos a quienes inviertan en talento se crearía un nicho al que poder volver». «El único secreto es trabajar con ilusión y eso es lo que se debe incentivar», aseguró, porque «las grandes cosas las realizan las personas inteligentes, trabajadoras, motivadas y que van a pocas reuniones», dijo cargado de ironía.

Pese a la situación, «España no se va a morir. Vivimos un momento complicado pero mi generación, que vivió la Transición, sabe que de esos momentos se sale». Eso sí, declinó realizar una previsión sobre el futuro porque «el futuro es impredecible, el pasado lo están reescribiendo y el presente es un momento». Aunque sí valoró que «no tenemos constancia de que el mundo digital nos haga vivir peor, pero debemos tener cuidado. Podemos ser felices en él si somos sensatos y leemos a Aristóteles: vivamos de manera razonable y sin excesos», dijo.