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Seguridad y calidad contra el «Brexit»

La Costa Blanca vive el mejor momento de su historia pero la salida del Reino Unido de la UE podría alterar el escenario

Seguridad y calidad contra el «Brexit»

El anuncio de la primera ministra británica, Theresa May, de que el Reino Unido dejará la Unión EuropeaReino UnidoUnión Europea a las bravas ha marcado, pese a que empresarios y políticos traten de mirar hacia otro lado, la celebración de la feria Fitur que cierra hoy sus puertas en Madrid con un nuevo éxito de público (las transacciones comerciales fuertes se realizan de puertas a fuera) y de contactos sociales al calor de un café.

Al margen de los nuevos nichos de mercado que tratan de abrir los promotores inmobiliarios que trabajan el turismo residencial -hasta ahora los británicos son los principales clientes-, nadie en el sector turístico de la Costa Blanca se atreve a aventurar, en estos momentos, cómo afectará al principal mercado turístico de la provincia a medio plazo la salida del Reino Unido. Hablamos de cuatro millones de turistas que forman parte de la historia del turismo alicantino, cuyos mayoristas ayudaron a principios de los años 70 a crear, incluso, ciudades como Benidorm, al financiar la construcción de hoteles a cambio de asegurarse las plazas, y cuyos clientes se encuentran en la Costa Blanca mejor que en su casa por la calidad, la seguridad y el precio.

Un equilibro que los empresarios llevan manteniendo con mucho esfuerzo desde años, con tarifas congeladas y asumiendo, en muchos casos, el aumento de los costes de producción que no todos los hoteles puedan aguantar, por lo que el turista también encuentra sus diferencias en función del establecimiento que elija para sus vacaciones.

El año 2016 fue extraordinario, difícil de repetir, pero tampoco se puede ser pesimista porque la Costa Blanca sigue teniendo intactos dos de sus tres grandes atributos. Ser uno de los destinos más seguros y mejor comunicados del Mediterráneo, y una zona muy barata para el turista de clase media europea. Condiciones que hasta ahora le han garantizado el éxito y la dejaban al margen de los vaivenes económicos que sufren los españoles, los más deseados, que incluso han perdido peso frente al aluvión de los turistas prestados que han escogido la provincia buscando el mismo sol que en Túnez y Turquía pero en playas mucho más tranquilas. Escenario que no ha cambiado pero que este año sí puede variar sustancialmente si el «Brexit» no rompe la tercera pata del banco, la fidelidad del turismo británico.

Y es que cualquier revés en la economía británica -algo que todos los analistas económicos temen a medio plazo por la pérdida de valor de la libra- golpeará de lleno en los bolsillo de unos visitantes de clase media/baja (no nos engañemos), que son los que llevan llenando los hoteles y los apartamentos turísticos desde los años 70 del siglo XX. Turistas que sostienen miles de puestos de trabajo en la provincia pero que, en ocasiones, han llegado a Benidorm subvencionados por un Gobierno que hoy ya ha dicho que se larga y con todas las consecuencias.

¿Cómo reaccionar entonces? Poco se puede hacer para sustituir a una bolsa tan grande de turistas (tampoco se han ido todavía ni se tienen que ir, por supuesto), pero como tantas veces he escuchado a los hoteleros que algo saben de esto del turismo, no queda otra que seguir ofreciendo calidad, manteniendo los precios y sondear otros mercados, no tan potentes en número como el Reino Unido, pero que podrían ser la alternativa a ese 40% de turistas hasta ahora fieles y que repiten año tras año.

Y si el «Brexit» todavía no ha llegado a quitar el sueño, sí que hay otro factor que mantiene en una pesadilla eterna a los empresarios. En los últimos dos años la oferta reglada apenas ha subido un 1,6% en España, mientras las viviendas en las llamadas plataformas «colaborativas» dedicadas alquiler turístico lo han hecho un 74,8%. Esto provoca, no solo una peligrosa competencia desleal, sino que en destinos como Alicante, Benidorm y la Costa Blanca en general, los problemas de dificultad para el acceso a una vivienda, y de convivencia vecinal se incrementan día tras día, e inducen, además, a una indeseable fobia hacia los turistas, fenómeno que precisa de una respuesta urgente de la Administración.

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, avanzó esta semana en Madrid que la ley para fomentar la hospitalidad está a punto de salir del horno. Perfecto, pero como recordaba en los pasillos un empresario hotelero, las multas de 30.000 euros que Turismo ha impuesto en las últimas semanas a las plataformas de alquiler que cotizan en los EE UU de Donald Trump les provocan la carcajada. La Administración no está siendo suficientemente firme y gran parte del turismo nacional se nos va por ahí cómo han denunciado los empresarios en una feria.

Al margen de estas consideraciones sobre el turismo, no siempre los vientos del Mediterráneo Oriental serán tan favorables como ahora.

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