Ricardo y Maite están divorciados pero se han dado una nueva oportunidad aunque, esta vez, viviendo cada uno en su casa. «A veces Maite duerme en mi casa o yo en la suya, pero hemos decidido que cada uno tenga su espacio, al menos de momento, porque la convivencia es lo que nos desgastó», señala Ricardo.

Laura vive con sus padres y con su hijo Luis, de dos años. Laura tenía 19 años cuando se quedó embarazada de su novio Luis Miguel. Decidieron tener al niño pero no se plantearon casarse ni vivir juntos hasta no acabar los estudios y encontrar trabajo. Luis Miguel vive con sus padres pero todos los días va a ver a su hijo y a su novia a casa de sus suegros. «Aconsejamos a Laura que siguiera en casa y, tras un paréntesis de un año cuando nació Luis, siguió con sus estudios de Derecho» explica la madre de la joven.

Isabel y Francisco viven con sus cuatro hijos, todos menores de edad. La madre de Isabel, Carmen, de 73 años, vive sola desde que murió su marido y no quiere ni oír hablar de salir de su casa ni irse a vivir con su hija. Si tiene una urgencia recurre a su vecina Luisa, separada, que vive con su hija Martina de 7 años...

Solo con echar un vistazo a su entorno social puede cualquiera constatar la evolución que ha sufrido la familia en una generación. Hogares unipersonales, parejas del mismo sexo o diferente con o sin hijos, viviendo juntas o separadas, divorciados, familias reconstituidas con parejas que aportan hijos de parejas anteriores... El viejo modelo de la familia extensa donde convivían el matrimonio con hijos y abuelos está en vías de extinción, o eso al menos es lo que reflejan las cifras del INE (Instituto Nacional de Estadística) que en 2015 cifró el tamaño medio de los hogares en España en 2,51 personas.

En la provincia según el INE, un 32,4% de hogares está formados por parejas con hijos, aunque sólo un 2,6% de los 749.800 hogares que hay en Alicante están formados por parejas con tres o más hijos viviendo juntos frente al 2,9% del año anterior. Por otra parte, un 23,4% son parejas sin hijos, un 25,% son hogares donde vive una sola persona y un 10,2% son familias monoparentales.

El profesor de sociología de la Universidad de Alicante, Raúl Ruiz constata que «se ha producido un proceso de individualización. Tenemos unas familias más reducidas en cuanto a componentes y de la familia extensa donde convivían más de dos generaciones, hemos pasado a la familia nuclear y, de ahí, a una atomización con familias más reducidas con menos hijos y familias con una sola persona».

La pareja, con todo, sigue siendo el nucleo alrededor del cual gira la familia en la mayor parte de los casos aunque va aumentando el número de parejas que optan por no tener hijos o por ir retrasando la paternidad . Es ,lo que se denomina familias «dinks», parejas jóvenes con ambos trabajando que no tienen previsto tener hijos, al menos en un futuro cercano y que priorizan su trabajo y su ocio a la paternidad. Es el caso de Andrea, de 32 años y de Roberto de 31. Viven en Alicante pero él trabaja en Valencia y sólo se ven los fines de semana. Lo de tener hijos, ni se lo plantean. «No podemos por el trabajo y además de momento preferimos aprovechar el tiempo que tenemos libre para estar juntos, viajar y divertirnos. Ya veremos con el tiempo», señala Andrea.

En España,según el INE, hay 4 millones de hogares de este tipo. ¿Son estos jóvenes más egoístas que sus padres y abuelos?. A juicio de Raúl Ruiz, no. «En generaciones anteriores la familia era como una unidad económica, se tenían muchos hijos porque aportaban recursos a los padres, si no, hubiera sido imposible. Ahora el planteamiento es distinto». Para el sociólogo alicantino, el cambio de la familia tradicional se debe al propio cambio de la sociedad española. «La familia no funciona como grupo sino como individuos. Cada día es más normal que el hijo gestione su dinero en el hogar y ocurre lo mismo con el matrimonio. Cada vez es normal que los dos miembros de la pareja gestionen su propio dinero. El sociólogo Zygmunt Bauman hablaba de la desvinculación en la sociedad actual. Los vínculos con los otros son cada vez mas débiles» debido a que «cada vez tenemos la percepción de que necesitamos menos del otro y cada vez estamos mas concienciados de la importancia de nuestra autonomía. Antes, una persona sola tenía una serie de limitaciones, había unos roles y cada uno tenía unas funciones que fomentaban los vínculos. Ahora somos más versátiles y multifuncionales. Da igual tu sexo para hacer una función u otra. Todos hacemos de todo, lo que nos permite ser autónomos».

Igualdad utópica

Esta autonomía, sin embargo, también tiene sus aspectos negativos. La familia más habitual en la actualidad es la de una pareja con un hijo en la que ambos cónyuges trabajan y se enfrentan al problema de la conciliación. Las sociólogas Teresa García y María José González, evidencian en su libro «Padres y madres corresponsables» la que denominan «utopía igualitaria» de las nuevas familias en las que la mujer trabaja fuera pero también dentro de casa más que el hombre. Estadísticamente, el modelo en que trabajaba el hombre y la mujer se quedaba en casa cuidando de la familia ha pasado de representar el 48% de las parejas en 1999 al 27% en 2014. En cualquier caso, aumentan las familias en las que ambos trabajan, o lo pretenden al menos, lo que conlleva más estrés por la dificultad de conciliar.

Los cambios sociales han provocado todo tipo de combinaciones en los nuevos hogares del país, y por extensión, de la provincia.

Ricardo y Nacho se casaron hace tres años y están intentando adoptar un niño. Paula y Juan se han ido a vivir juntos con los dos hijos del anterior matrimonio de ella mientras que los tres de Juan se unen a la familia los fines de semana alternos y parte de las vacaciones como estipuló el juez cuando se divorció. «Cuando los tenemos a todos la casa se convierte en un lío pero a los niños les encanta», señala la pareja . Son distintas modalidades de convivencia que en otras épocas eran excepcionales y que ahora se han convertido en algo habitual.

Según los datos del INE, las parejas casadas suponen el 85,5% mientras que el 14,5% son parejas de hecho. Eso sí, el tipo de ceremonia ha cambiado. Así, en la provincia, mientras que en 1996 el 77% de las bodas eran católicas, 20 años después sólo el 38,9% de las parejas se casan por la iglesia. Por otra parte se van normalizando los matrimonios entre personas del mismo sexo. En 2015 se celebraron 6.144 matrimonios en Alicante de los que 5.977 fueron entre personas de diferente sexo y 167 (2,7%) del mismo sexo, 88 entre hombres y 79 entre mujeres.

En cuanto a los índices de divorcios, son similares a los de las parejas heterosexuales. La duración media de los matrimonios es de 16,2 años y cada vez es más extraño que una pareja esté unida toda la vida. Como indica Raúl Ruiz, «somos monógamos sucesivos, enlazando parejas una tras otra durante nuestro recorrido vital». ¿Menos estables que nuestros mayores? «No creo porque si fuera así, habría menos frustración de la que hay. Los jóvenes querrían alcanzar una estabilidad y una seguridad que en la realidad no se consigue y se genera una cierta frustración».

La evolución de la familia en España nos va alejando poco a poco del modelo latino que aún pervive en gran parte de Iberoamérica para acercarse al modelo anglosajón donde se hace menos vida familiar. «Aquí aún perviven creencias sobre lo que es ser un buen padre o una buena madre»·, indica Ruiz a este respecto. «Yo no me imagino a mis abuelos yéndose a vivir a una urbanización a 4.000 kilómetros de aquí para pasar su vejez. En España todavía no hemos llegado a eso. Todavía hay ingentes ejércitos de amas de casa dispuestas a cuidar por abajo a los niños y por arriba a los ancianos.

Estos nuevos modelos tienen la ventaja como la independencia pero también generan problemas. Uno de los más evidentes, «la soledad que se va a convertir en una pandemia en este siglo con muchos mayores que no tendrán quien les apoye».