Las necesidades de las familias sin recursos no se circunscriben a la falta de alimento. Centros académicos, conscientes de las dificultades añadidas que atraviesan estos niños en su formación, ha optado por ofrecer becas para dar la oportunidad de mejorar su nivel de idiomas sin tener que pagarlo.

La falta de recursos y el expediente académico de los hijos deciden la obtención de estas becas que hace ya tres años que se vienen ofreciendo. «Mi hijo a sus siete años da inglés en su colegio pero no hablaba el idioma, como les pasa a la gran mayoría y en casa no tenemos posibilidades de ofrecerle algo más». Ester López afirma que la mejora del niño ha sido tal, tras este curso sin coste alguno, que ha mejorado notas, técnica, pronunciación y, sobre todo, «se ha soltado a hablar. Les enseñan con técnicas dinámicas, mediante juegos y canciones en la que participan todos y no podemos estar más contentos de la experiencia», concreta.

Didáctica

Otra madre que ha tenido beca para su hija de 6 años destaca por su parte que con una situación económica «floja» como la que arrastraban en su casa dificilmente hubiera podido dar a su niña el empujón que ha logrado con la beca. «El sistema de aprendizaje es distinto al del colegio. Muy didáctico, de jugar y aprender, y además he podido dejarle una hora más en el centro sin coste alguno tampoco, para fomentar el aprendizaje organizando charlas de animales» y otros temas cercanos a los más pequeños, añade Asunción Lillo.

Le llamó la atención que se ofreciera una ayuda de este tipo «sin nada a cambio, realmente es así, y la iniciativa no ha podido ayudar más a mi hija. Estoy muy agradecida».

En la citada academia, Studio 3, plantean estas becas para una decena de alumnos distintos cada curso porque prefieren dar la oportunidad «a niños distintos cada año», como señalan desde la dirección. Es una filosofía que comparten plenamente los padres cuyos hijos ya se han beneficiado de la iniciativa. »Hay más gente en nuestra misma situación y me parece bien que llegue a más gente, aunque con nuestra situación económica sigamos cumpliendo los requisitos», apunta Asunción.

Isabel Pinilla ha visto cómo su hija, en primer curso de ESO, ha mejorado sensiblemente su nivel de inglés. «Somos cinco en casa y sólo trabajamos uno. Para comer y vestir nos llega, que es lo más básico. Del aprendizaje del inglés se puede prescindir, es verdad, pero la formación no es ningún capricho y a su 13 años se ha soltado bastante con el idioma gracias a esta oportunidad, porque nivel que dan en el instituto es bajito. Mi hija se ha soltado bastante con el oral después de este curso y es muy buena estudiante, que or eso consiguió la beca».

Isabel sostiene que en cuanto llegó a la academia se percató de que su nivel oral era peor que el del resto de los jóvenes, pese a que las pruebas de gramática y ortografía las resolvió muy bien. «Me dio pena por ella que no pudiera continua más tiempo, pero la beca dura lo que dura». Ahora espera a que cuando cumpla los 16 años pueda entrar en la Escuela Oficial de Idiomas y mejorar más.

Jose -prefiere el anonimato- ahora no podría pedir esa beca porque ya trabaja como autónomo. En casa procura que su hija vea televisión en inglés para seguir potenciando una experiencia que considera «tan positiva».