«Ya vienen los Reyes Magos, ya vienen los Reyes Magos, caminito de Belén...». Bailando y cantando el célebre villancico festejaron los integrantes de la falla Jaume I de Massanassa el tercer premio del Sorteo del Niño. Y es que sus majestades llegaron cargaditos de billetes, en concreto unos 11,2 millones que repartió la administración número dos de Benetússer del 85073, dotado con 25.000 euros al décimo. La principal agraciada fue la comisión, de apenas 70 falleros, además de los billetes que el despacho vendió a través de ventanilla y unas participaciones que los loteros llevaron hasta un bar de Alpuente.

Abrazos, lluvia de cava, saltos, cánticos y lágrimas, muchas lágrimas. No era para menos. La comisión de Jaume I pasaba por graves problemas económicos. Había sufrido un notable descenso de falleros y este año no tenían la posibilidad de poder encargar un monumento grande por falta de presupuesto.

Sin dinero para la falla grande

El presidente, que este año se estrenaba en el cargo, apenas podía hablar. La afonía y la emoción le hacían mella. «La verdad es que nos hacía mucha falta, la crisis ha golpeado a todos y ha habido gente que se ha borrado y han bajado los ingresos», explicaba Juan Miguel Carmona. El dirigente describía la situación actual de la comisión, que no llega a los 20 años de vida. «Este año no teníamos dinero para la falle grande. La pequeña sí está encargada pero la grande, no, explicaba con lágrimas en los ojos.

Pero su felicidad no sera sólo por el colectivo que preside sino porque ha regado con miles de euros el humilde barrio donde plantan el monumento. «Eso sí que es bonito. Con participaciones de dos euros hemos repartido dinero entre gente trabajadora, que lo necesitaba igual o más que nosotros y estoy muy contento», afirmaba.

Además de las participaciones, la administración de Benetússer repartió décimos en ventanilla. Pero por una curiosa circunstancia. El lotero relató que recibió la llamada de una señora desde Madrid pidiéndole un billete del 85073 porque su nieta había soñado que sería premiado en el sorteo.

Al gerente le marcó en cierta manera la «visión» de aquella chica y decidió vender al público los décimos que le habían sobrado. Y así premió ayer a decenas de personas con 25.000 euros por participación.