Con palos y piñas hacen series con las que aprenden las bases de las matemáticas. Hacen trasvases de fideos y lentejas con embudos para medir su destreza y calibrar pesos y conocer diferentes materiales. Y tienen un rincón de lectura al que acceden como si fuera un cuento, con una tela de tul decorada con leds que les ayuda a entrar en un mundo de fantasía de verdad. En el rincón de la vida práctica tienen una cocina a la que no le falta detalle con una mini cafetera y una mesa de hule adecuada a su tamaño y sus diminutas manos de niños de 3 años. En el colegio La Almazara de San Vicente del Raspeig hace tiempo que aplican nuevas técnicas experimentales para mejorar el rendimiento de sus niños y que trata sobre todo de ayudarles en su desarrollo educativo y detectar problemas de forma temprana. Algunos de los problemas son el déficit de atención, la inversión de letras o de comprensión.

Ahora acaban de recibir el visto bueno de la Conselleria de Educación al proyecto de innovación educativa que basa en el desarrollo psicomotor de los escolares su futuro con el cáluculo y las matemáticas y ayuda a prevenir dificultades de lectoescritura. Y parte del dinero se va a destinar a construir un rocódromo y a instalar materiales como espaldera branquial para que los chavales se cuelguen, trepen y experimenten con su cuerpo.

Todo porque este método ha descubierto que el desarrollo motor de los niños les ayuda en su aprendizaje y en la construcción de su cerebro, porque en la sociedad actual hay demasiados chavales que no desarrollan su cuerpo como debieran, demasiados videojuegos y pocos juegos en la calle. «Hay niños con problemas posturales cuando están sentados en el pupitre por ausencia de un tono muscular adecuado, de ahí la importancia de los rocódromos», explica el formador y psicólogo Sául López, de Psicoactua-Vithas Medimar que está formando al profesorado del centro y que va a informar también a los padres sobre cómo ayudar a sus hijos en su desarrollo a través del juego.

La maestra coordinador de esta experiencia, Laura Jiménez, explica que han descubierto la importancia del desarrollo psicomotor para todo lo que viene después y que les ha seducido el proyecto por lo que tienen de novedoso y porque es sencillo de aplicar. «Si un niño no se desarrolla en estos aspectos tendrá problemas posteriormente», cuenta. Ella misma ha comprobado la eficacia del método con su hijo que tenía muy mala caligrafía. «Hay otros caminos y no el de hacer caligrafías eternas. En un mes con ejercicios del ojo lo hemos solucionado». Pero para ello hubo de descubrir el problema de mal enfoque, que no se puede detectar en una revisión del oculista. También consideran que buena parte del déficit de atención puede corregirse aplicando sencillos ejercicios. «Si el desarrollo no es adecuado se verán afectadas capacidades como el aprendizaje, la atención, la concentración y la memoria», advierte el experto en psicología de la educación. Este método incide en el hecho de que cada niño tiene un ritmo de madurez y desarrollo propio, no todos alcanzan a la misma edad el dominio del esquema corporal, el control manual, el correcto desarrollo de la lateralidad, un adecuado lenguaje, una correcta función visual o el dominio de la percepción espacio temporal. Y estos son requisitos imprescindibles para iniciar el aprendizaje de la lectoescritura.

Este proyecto se inició hace cuatro años y en él participan optómetras, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y terapeutas del aprendizaje, enumera Saúl Mejía, quien señala que con él están afrontando muchos casos de niños con hiperactividad.

Los maestros consideran que el hecho de que los niños se agrupen en clases con distintos grados madurativos y con aprendizaje forzado precoz puede provocar posibles dificultades posteriores en las áreas de lengua y de matemáticas. Por eso este proyecto aboga por reducir las fichas, no adelantar la lectoescritura y centrarse en trabajos manipulativos.

Por eso, este proyecto se centra sobre todo en los niños más pequeños para poder evaluar los resultados posteriormente.

En breve el centro contará con un rocódromo en el que los chavales experimentarán con su cuerpo. Y tienen a muchos maestros de otros centros pendientes de los resultados que obtengan. Otra de las maestras implicadas en el proyecto, María López Sánchez de Primaria, muestra su teléfono y un grupo de whatsapp que va creciendo día tras día. Se llama «Tardes Pedagógicas» en el que se dan a conocer todos los avances de este innovador método educativo.