De llamar «zombi» y pedir prisión provisional para Sonia Castedo a arrepentirse de las críticas y asegurar que nunca más saldrá de su boca un «reproche» hacia la que fuera alcaldesa de Alicante durante más de seis años. Ésta ha sido la última vuelta de tuerca dentro de la nueva estrategia comunicativa del actual regidor, el socialista Gabriel Echávarri, quien después de pasarse casi dos años abriendo frentes en la ciudad, con palabras altisonantes y ataques personales en público hacia diferentes actores sociales y políticos, ha empezado en las últimas semanas a moderar su discurso, tanto en el fondo como en la formas. Y no sólo lo ha hecho ante los micrófonos, sino también a través de su propio móvil. Sus habituales salidas de tono en las redes sociales -en las que ha tenido discusiones con socios de gobierno, rivales políticos e incluso ciudadanos de a pie- han disminuido a la misma velocidad que ha ido enterrando diferentes hachas de guerra. Su «mano tendida» hacia Castedo, con la que ha protagonizado agrias discusiones en un pasado nada lejado, supone un punto de inflexión en su estrategia de comunicación como alcalde al tratarse de un objetivo predilecto del «número dos» del tripartito, Miguel Ángel Pavón (Guanyar) y de la acción política de Compromís, implacable en su discurso contra la corrupción.

Desde el entorno de Echávarri admiten que nada es casualidad. El regidor socialista busca un perfil más institucional, elevar su posición dentro del gobierno local, alejarse de la gresca continua a la que estuvo abonado, por iniciativa propia, desde que pisó por primera vez el Consistorio, allá por junio del pasado año. Su gente de confianza, un núcleo reducido, asegura que el nuevo plan pasa por «ahorrar energías» cerrando alguno de los frentes que ha ido acumulando el dirigente socialista. Además de mostrar su imagen más protocolaria con Castedo, Echávarri también ha exhibido el discurso del consenso, por ejemplo, con el conseller de Economía y Comercio, Rafael Climent, del que llegó a decir: «No tiene palabra». Ahora, sin embargo, el alcalde insiste en que «confía» en el dirigente de Compromís en relación a la libertad comercial en Alicante: «Tengo su palabra». También ha moderado sus ataques a sus socios de gobierno, a los que llegó a invitar a dejar el tripartito.

Ese discurso menos combativo en las formas también se ha trasladado a sus perfiles en las redes sociales, donde cada vez resulta más complicado -con algunas excepciones- observar salidas de tono con tuiteros de cualquier condición: desde socios de gobierno, agentes sociales de la ciudad o simples ciudadanos. Donde ahora proliferan los diálogos de perfil bajo, hasta ahora destacaban las provocaciones de toda índole. Y es que Echávarri, ha incendiado las redes en año y medio con comentarios sobre el Hércules -con una bufanda que nada gustó en la vecina Elche-, con enfrentamientos sobre asuntos de calado -como la libertad comercial- o con líos con tuiteros anónimos, que han llegado a terminar, supuestamente, en los tribunales. Ahora persigue otro perfil, que falta por ver si lo conseguirá mantener.