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«El daño causado por Blasco va más allá de los recursos robados»

Profesor de la Universidad de Alicante y autor del libro «El colapso de los microcréditos en la cooperación»

El profesor Carlos Gómez Gil, en la Universidad de Alicante. pilar cortés

Su último libro, que acaba de publicarse, se llama «El colapso de los microcréditos en la cooperación». ¿Cree que son buenos tiempos para hablar de cooperación en España?

No lo son desde la perspectiva de las políticas de recortes y desmantelamiento de la cooperación que se llevan a cabo en España, pero precisamente por eso hay que avanzar para que se refuerce su débil proyección exterior, trabajando junto con otros países en acuerdos mundiales de desarrollo, lucha contra la pobreza o cambio climático. España tiene obligaciones internacionales que incumple, perdiendo liderazgo y presencia mundial que hay que recuperar con la cooperación.

Usted defiende que los microcréditos representan uno de los mayores fracasos en las políticas de cooperación...

El libro recoge una investigación de muchos años y a difíciles niveles. En estos momentos hay unanimidad en que los microcréditos han fracasado, no solo en sus objetivos de sacar de la pobreza a sus destinatarios, sino que han dañado las economías locales y a las mujeres receptoras, alimentando sucesos de una enorme gravedad. Por decirlo de forma resumida, las microfinanzas han sido las subprime de la cooperación al desarrollo, algo por cierto desconocido en nuestro país.

El gobierno español ha reducido a mínimos su aportación a proyectos de cooperación en los últimos años. ¿Diría que, como país, somos insolidarios?

No, muy al contrario. Todos los barómetros y encuestas periódicas que se hacen recogen que la población española destaca por encabezar las actitudes más positivas hacia la cooperación en toda la UE. Así se ha demostrado cuando ha sucedido una gran tragedia humanitaria, desde el Genocidio de Ruanda en 1994, el Huracán Mitch, el Tsunami del Sudeste asiático o el terremoto de Haití, con el trabajo y las aportaciones de los ciudadanos. Me temo que también en esto, nuestros responsables políticos no han estado a la altura moral de una sociedad mucho más generosa.

La cooperación en la Comunidad está marcada en los últimos años por la gestión realizada por el exconseller Rafael Blasco, hoy en prisión condenado a una pena de seis años y a la espera de otros juicios. ¿Hay forma de revertir esa imagen?

El daño causado por el preso Rafael Blasco y sus cómplices va mucho más allá de los recursos robados y desviados, siendo esto grave, porque se utilizó un espacio tan sensible como la cooperación al desarrollo a los países y pueblos necesitados para generar una estructura clientelar y corrupta a su servicio, dañando así al sector y a la Generalitat. Y todavía quedan otros tres procesos judiciales más protagonizados por Blasco. La Justicia tiene que hacer su trabajo, la Generalitat tratar de impedir que algo así vuelva a suceder y la sociedad valenciana no olvidar una etapa tan dañina, trabajando por un futuro distinto donde haya un rearme moral y una regeneración ética.

¿Qué destacaría de los nuevos dirigentes de la conselleria de Cooperación, en la que se han aumentado los fondos en los últimos presupuestos?

No lo tenían fácil, no solo por el saqueo llevado a cabo en la etapa de Blasco, ni por la gigantesca caída de la cooperación valenciana y encontrarnos en una etapa de restricciones presupuestarias, sino por el daño que se ha causado en todo el sistema valenciano de cooperación, a su credibilidad, en sus organizaciones, la pérdida de rigor y efectividad. Hay que destacar que el conseller Manuel Alcaraz y su director general han sido capaces de impulsar una nueva etapa presidida por el diálogo y la participación, abriendo un nuevo ciclo mediante un impulso presupuestario, técnico y programático que está teniendo un efecto muy positivo en el sector, colocando la cooperación valenciana en la senda de la agenda internacional.

¿Qué queda por hacer en la cooperación valenciana?

Hablamos de un sector muy dinámico y necesitado de una reflexión permanente. La cooperación valenciana debe poner en valor las capacidades específicas que tiene en su sociedad y en su economía, potenciando las buenas prácticas y sus aprendizajes. Creo que debería profundizar en diseñar las mejores respuestas a los retos del desarrollo mundial, seleccionando los espacios de mayor ventaja comparativa donde la aportación de la Comunidad Valenciana sea más valiosa y experimentada, tratando de construir un modelo propio.

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