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«Mi madre no puede atender a mi hermano»

J. A. da de desayunar a su hermano, enfermo de Párkinson con demencia asociada y completamente dependiente. Héctor fuentes

Desde 2013 lleva J. A. esperando que la Ley de Dependencia dé respuesta a la situación de su hermano, quien padece demencia asociada al Párkinson.

La vida de J. A. (quien prefiere guardar el anonimato) se ha convertido en un constante ir y venir a casa de su madre, una anciana de 81 años, quien se ocupa de su otro hijo enfermo de demencia y Párkinson. Desde que le diagnosticaron la enfermedad, hace tres años, su estado de salud se ha deteriorado a marchas forzadas y hoy es una persona totalmente dependiente a la que hay que asistir en todo. «Tenemos dos personas que vienen a asearle y curarle, pero yo tengo que estar aquí porque mi hermano se resiste y hacen falta dos personas para manejarle». En diciembre de 2013 esta familia presentó la solicitud para acogerse a la Ley de Dependencia y hasta enero de 2016 no les llegó la resolución en la que se le concede un grado 2. Desde entonces están esperando plaza en una residencia porque la situación es insostenible para todos. «Mi madre ha estado enferma de cáncer y su salud es muy delicada, tiene problemas de espalda que le causan dolores insoportables y fue operada hace poco». La vida de J. A. también tiene que seguir. «Estoy prejubilado, pero tengo hijos y una casa de la que ocuparme. Es muy complicado porque tengo que estar aquí por las mañanas y también por las noches para acostar a mi hermano porque mi madre sola no puede». Al mismo tiempo, la familia ha pedido una nueva valoración «porque en estos años el estado de salud de mi hermano ha empeorado y ahora es un gran dependiente de grado 3».

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