Como si de un milagro se tratara, la valoradora que en abril evaluó a Antonio consideró que éste había mejorado de su autismo y le bajó el grado de dependencia, lo que ha supuesto un recorte de 200 euros al mes para su familia. Ahora están con recursos de alzada.

A Antonio (nombre figurado) no se le puede dejar ni un segundo a solas. En su casa las ventanas están atornilladas para que no lance cosas a la calle. Su madre le da de comer y le asea porque él sólo es incapaz. Con 14 años y un autismo con trastorno del desarrollo las salidas a la calle son cada vez más complicadas. «Antes lo sentaba en el carro y paseaba, ahora enseguida extraña, se pone nervioso, agresivo, se quiere marchar...», señala su madre, quien se oculta bajo el nombre figurado de María porque, señala, no quiere tener jaleo con los servicios sociales de su localidad. Pese a este panorama, la valoradora que vino en abril a revisar el estado de Antonio dictaminó, sorprendentemente, que éste había mejorado y le rebajó el grado, del 3 al 2, lo que ha supuesto que su madre pase de cobrar 420 euros a 220. Doscientos euros menos para una madre que tuvo que dejar su trabajo para cuidar de su hijo y llevarle a costosas terapias desde los tres años. «La persona que vino a valorarle no se fijó en nada, le pidió que se peinara, que se pusiera un jersey y mi hijo fue incapaz y aun así le rebajó el grado». María interpuso un recurso de alzada el pasado verano que fue rechazado. Ahora está pendiente de poner un segundo, «porque no puedo meterme en abogados». No es el primer recorte que sufre esta familia, que lleva acogida a la ley desde que salió hace diez años. «En 2012 me sacaron de la Seguridad Social y me rebajaron la paga, ya que entonces cobraba 600 euros».