El Rey vivió ayer una intensa jornada en Alicante para presenciar unas espectaculares maniobras del Mando de Operaciones Especiales (MOE) cuyos miembros se desplegaron para ensayar la desarticulación de una célula terrorista en el cuartel de Rabasa, en el Puerto y en Agost. Antes de regresar en avión a Madrid, Felipe VI agradeció a los militares que participaron su dedicación y esfuerzo y les recordó que su última visita al MOE fue como Príncipe de Asturias y esta era la primera como Rey.

El ejercicio «Empecinado» es el más importante que realiza cada año el MOE para adiestrar a sus tropas y ha movilizado desde el pasado 11 de noviembre a 844 militares que se han desplegado en Alicante, Valencia, Las Palmas y León. Casi la mitad de efectivos -400- pertenecen al MOE, mientras que el resto forman parte de fuerzas de apoyo. En las maniobras se han empleado ocho helicópteros y 137 vehículos.

Capacidades de la unidad

Felipe VI llegó sobre las diez de la mañana al cuartel general del MOE en Rabasa, donde el general jefe de esta unidad, Demetrio Muñoz, le explicó las capacidades del Mando de Operaciones Especiales antes de comenzar los tres ejercicios prácticos de la bautizada como operación «Lucentum», una misión para capturar a los miembros de una célula terrorista con capacidad para actuar con artefactos explosivos improvisados.

El primer ejercicio consistía en capturar al jefe de la célula «Akra Leuka» en su refugio de Agost, donde el MOE cuenta con un campo de tiro y de adiestramiento. Felipe VI siguió esta misión desde el puesto de mando en Rabasa y pudo observar la intervención en unas pantallas donde se recibían imágenes captadas por drones y por cámaras que llevan los soldados en sus cascos.

Con el tiempo ajustado para acudir al segundo ejercicio en la dársena del Puerto, el Rey se embarcó en uno de los nuevos helicópteros de transporte NH90 -conocidos como «Caimán»- que se han incorporado al Ejército de Tierra hace poco más de un mes y tienen su base en la provincia de Logroño. Felipe VI se puso al mando del helicóptero y aterrizó en la zona Volvo, donde fue recibido por el presidente de la Autoridad Portuaria, Juan Antonio Gisbert.

Para el ejercicio en la dársena del Puerto, el MOE ensayó el asalto a un buque con las denominadas «armas sucias» -químicas-, para el que emplearon helicópteros y lanchas rápidas para que los militares ejecutaran con gran espectacularidad el asalto y captura de la tripulación.

No menos espectacular fue el último ejercicio presenciado por el Rey en el interior del acuartelamiento Alférez Rojas Navarrete, donde el MOE cuenta con una torre donde hacen maniobras. En este punto se realizó primero una operación de asalto para capturar a un fabricante de explosivos para la célula terrorista, ejercicio en el que quince paracaidistas se lanzaron desde un helicóptero «Chinook» para infiltrarse en la zona.

Tiradores de precisión abatieron a los centinelas y a continuación se descolgaron por la azotea del inmueble varios militares llegados en helicóptero, mientras que otros compañeros se situaron en la parte inferior. Cuando estaban todos preparados en silencio, se escuchó una fuerte detonación en la puerta de acceso y entraron. Uno de los supuestos terroristas armados trató de darse a la fuga a la carrera, pero fue alcanzado por un perro adiestrado del MOE que le retuvo unos segundos hasta la llegada de los soldados.

En esta misma torre, el Rey pudo ver desde el interior otro ejercicio donde los especialistas del Mando de Operaciones Especiales ejecutaron una acción para rescatar a unos rehenes.

Una vez finalizada la operación «Lucentum», donde participaron 190 efectivos en los tres escenarios, Felipe VI saludó uno a uno a los miembros del MOE que participaron en esta última acción y luego se hizo una foto de familia en el patio del acuartelamiento con los soldados intervinientes en las maniobras. En este momento obsequiaron al Rey con una boina verde de guerrillero que no dudó en ponerse en vez de la azul que llevaba.

La visita oficial del jefe de las Fuerzas Armadas al Mando de Operaciones Especiales concluyó con una firma del Rey en el libro de honor de la unidad y con un vino de honor con los militares y diversas autoridades, entre ellas el presidente de la Generalitat, Ximo Puig; el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri; el presidente de la Diputación, César Sánchez; el delegado y el subdelegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues y Juan Antonio Gómez; el presidente de las Cortes Valencianas, Enric Morera; y mandos de Defensa y de la Policía Nacional y la Guardia Civil.

Sobre las dos y media de la tarde, el Rey abandonó el cuartel de Rabasa, en cuya puerta se apostaron cerca de medio centenar de personas durante varias horas con la esperanza de ver a Felipe VI. La comitiva oficial no se detuvo pero el Monarca saludó por la ventanilla a los ciudadanos.