La devoción católica inundó ayer las calles del Casco Antiguo de la ciudad. Por primera vez en sus 75 años de historia, y para celebrar su aniversario, la hermandad de Nuestro Padre Jesús de Alicante procesionó un día distinto a su habitual Martes Santo, y fue la tarde de ayer sábado.

Minutos después de las 19.00 horas, el majestuoso paso de Nuestro Padre Jesús salió de su casa, la Concatedral de San Nicolás, portado por 44 emocionados costaleros y costaleras de la Hermandad. Sobre sus hombros, los casi 2.000 kilos de un trono, que también por primera vez portaron costaleras de la Santísima Virgen de las Penas, el otro tesoro de la Hermandad alicantina. En ese momento, el numeroso público asistente descubrió el secreto mejor guardado durante el último año. La imagen lució la saya original con la que desfiló en 1942, completamente restaurada, espectacular, de terciopelo morado con bordados en oro. A los pies del Cristo, los adornos florales que siempre le acompañan, las moradas iris, aunque en esta ocasión, el trono también se engalanó con rojas gerberas y cientos de actirius.

Encuentro en la Basílica

La solemne procesión recorrió las calles del Casco Antiguo hasta llegar a la Basílica de Santa María. En su interior se vivió un conmovedor encuentro entre Nuestro Padre Jesús y Nuestra Señora de los Dolores, que le esperaba en el Altar Mayor. El acto fue organizado por la Real Hermandad Sacramental del Santísimo Cristo del Mar, Nuestra Señora de los Dolores y San Juan de la Palma, para sumarse a la celebración. Los numerosos fieles congregados en la Basílica, de hermandades de la ciudad y de otros municipios, salieron del templo, enfilando la calle Villavieja y la calle Mayor, donde algunos sorprendidos alicantinos y turistas siguieron atentos al majestuoso trono en procesión. Una estampa poco frecuente, fuera de las celebraciones de la Semana Santa. Una hora y media después del inicio del recorrido, los cofrades vivieron otro inolvidable momento en el portalón del Convento de las Monjas de la Sangre. Allí se celebró un pequeño acto litúrgico con la Virgen de la Soledad como testigo. La procesión extraordinaria terminó en la Concatedral de San Nicolás.