Con independencia de que se le puedan poner más o menos reparos al plan de reestructuración de la Policía Local, al margen de que no acabe de entenderse que se supriman unidades que han funcionado durante décadas y con el debido aunque cuestionable respeto a que los actuales responsables de Seguridad quieran montar su propio organigrama, lo que no parece de recibo es que se haga de espaldas a quienes precisamente tienen que aplicarlo. Sostiene el verdadero artífice de la idea (que no es el edil sino el hombre que el alcalde ha colocado en este área para dirigirla, Diego Maroto) que el malestar de los mandos obedece a la pérdida de posiciones personales. ¿Personales o profesionales? ¿Se ha preocupado de averiguarlo?¿Tan difícil era plantear los cambios antes de darlos por hecho? ¿Tanto cuesta aprender del pasado?
