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El poder curativo de los barrios

Cada vez más médicos de familia incluyen a asociaciones festeras y vecinales a la hora de prescribir un tratamiento a sus pacientes

El poder curativo de los barrios

­Una mujer mayor acompaña a su marido al médico porque desde que éste se jubiló no levanta cabeza, no duerme y está deprimido. Tras las preguntas de rigor y la exploración de rutina, el matrimonio se marcha de la consulta con una receta de antidepresivos y con la dirección de un par de asociaciones de jubilados del barrio, en las que organizan talleres y excursiones de manera periódica.

Es la llamada medicina comunitaria, y cada vez son más los médicos en la provincia que la practican. «Se trata de que los facultativos conozcamos los recursos que existen en nuestros barrios y los incorporemos a la hora de buscar la salud de nuestros pacientes», señala Javier Blanquer, médico de familia en el centro de salud de San Blas, en Alicante. Parques, asociaciones de vecinos, bibliotecas, farmacias... son muchos los recursos que contrubuyen a generar salud entre los vecinos de un barrio. Sólo hay que cambiar la perspectiva. «Los médicos debemos dejar de sentirnos el centro del bienestar de nuestros pacientes y pensar que sólo somos una parte del mismo. Debemos participar de la comunidad».

Para recorrer este camino, que supone un auténtico cambio de chip respecto a la medicina tradicional, tan paternalista, la clave es conocer estos recursos para poder utilizarlos en la consulta. Por este motivo, Blanquer y Patricia Crespo, de la Unidad Docente Multiprofesional Atención Familiar y Comunitaria, impartieron ayer un taller con las distintas técnicas para mapear estos recursos. Fue durante el congreso de la SVMFiC, que se ha estado celebrando en el Palacio de Congresos de Alicante. «Las redes sociales pueden ayudar mucho en la elaboración de estos mapas en los que se recogen todos los activos en salud con los que cuenta un barrio», señala Crespo.

En la ciudad de Alicante son varios los centros de salud que están comenzando a impartir esta forma de trabajar, esta «prescripción social», como la denominan los médicos que la utilizan. San Blas, Los Ángeles, Ciudad Jardín o Babel-La Florida son algunos de ellos. Javier Blanquer pone ejemplos de su centro. «Hace poco celebramos un taller dirigido a pacientes que utilizan aerosoles, en el que implicamos a varias farmacias del barrio. A los talleres asistió un paciente al que le gusta mucho el senderimos y que se ha comprometido a diseñar rutas para salir a pasear». A nivel de consulta, su utilidad también es importante. «Si viene un paciente con alzhéimer, al margen de prescribir la medicación que le corresponde, le doy la referencia de asociaciones que puedan estar haciendo actividades beneficiosas para su enfermedad».

Además, conocer qué recursos hay en un barrio puede ayudar a los profesionales a intuir qué problemas tienen sus pacientes. «Si en una zona hay varias asociaciones de ayuda a mujeres maltratadas, nos debe hacer pensar que la violencia de género es un problema real en ese barrio», pone como ejemplo Blanquer.

Actualmente, el 90% de los recursos económicos se invierten en el sistema sanitario, según recuerda Rosa Almarcha, médico de familia y presidenta del comité organizador del congreso de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria (SVMFiC). Todo pese a que este sólo influye un 11% en la mejora de la salud de las personas. Los estilos de vida y el ambiente determinan el 62% de la misma y la genética el 27% restante.

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