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Un gallinero junto a la clausura

Una precaria corrala bajo la torre de la huerta protegida de Santa Faz cobija a un grupo de aves

Un gallinero junto a la clausura

Las Clarisas de Santa Faz tienen unas vecinas muy peculiares, un grupo de aves que viven desde hace un par de años en un corral pegado al muro del convento, más concretamente adosado al cementerio interno de las hermanas, y debajo de la torre de la huerta declarada Bien de Interés Cultural. Los vecinos ya están acostumbrados a las gallinas y patos que por allí campan, en un solar que tiene su entrada por la plaza principal del caserío, Luis Braille, donde se celebra la misa al aire libre del día de la romería presidida por la Reliquia, y es habitual que les echen de comer pan a través de la verja que da acceso al solar.

Todos en el caserío saben que allí hay un corral, de hecho, aparte de los animales y de una instalación precaria a modo de caseta contra el muro, se acumulan numerosas sillas y enseres. Desde la asociación de vecinos de la partida de Santa Faz apuntaron que fue levantada por una familia de la pedanía que cría allí estas aves y que incluso llegó a tener un burro. Algunos residentes añadieron que en realidad es un asentamiento, una infravivienda en la que residía una familia pero que ya no están.

Sea como sea, la caseta o chabola está adosada a la pared del cementerio interno de las hermanas, y muy cerca del noviciado. Oculta a las miradas de los peregrinos, sorprendió al arquitecto director de las obras realizadas los últimos meses en el monasterio, David Christi Molina. Una intervención para aislar la cubierta y evitar las goteras en la hospedería monástica que se quiere habilitar en la última planta del monasterio. Este uso figura como posible en la memoria del proyecto de reforma interior del edificio, que cuenta con licencia del Ayuntamiento. En la memoria de condiciones, la Concejalía de Urbanismo contempla la posibilidad de que el alojamiento pase a no ser exclusivo para miembros de la orden, y en ese caso indican a las Clarisas que deben tramitar la licencia de actividad de acuerdo a la normativa autonómica. Esta casa de retiro-alojamiento monástico para seglares quedará fuera de la clausura.

El proyecto, que contempla la construcción de siete habitaciones con aseo y comedor, tiene un presupuesto de 286.000 euros, que costea la congregación. Unas obras con un plazo de ejecución de diez meses, que expira a finales de este año, y que afectan a un edificio catalogado como Bien de Relevancia Local aunque el gobierno municipal acaba de iniciar los trámites para que el Consell lo declare Bien de Interés Cultural.

Infravivienda

Sea como sea, el arquitecto apunta que la corrala donde están las gallinas se ubica en el entorno de un Bien de Interés Cultural, «y la ley contradice eso. No puede haber nada a menos de doscientos metros de la torre, pero hay una chabola al lado del noviciado donde tienen el cementerio. Tienen gallinas y hacen sus necesidades en la pared pegada al noviciado. La ley no permite ni siquiera un cartel publicitario». Por este motivo, presentaron una queja en el Ayuntamiento para que restituyeran la legalidad. «Acudieron agentes de la Guardia Civil e hicieron fotos. El informe lo mandaron a Urbanismo pero dijeron que como no habían levantado ningún tabique no era competencia suya». Desde el Ayuntamiento explicaron que al parecer el asentamiento contaba con permiso del propietario del solar y que Acción Social había intervenido con la familia que vivía en la infravivienda.

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