Un panel a la entrada de Las Cigarreras permitió que los asistentes tuvieran un espacio de comunicación, un lugar en el que ofrecer o demandar servicios. Entre los decenas de mensajes que se colgaron -que hicieron incluso que el corcho se viniera abajo a media mañana- destacaron más los que ofrecían servicios a terceros que los que demandaban tales servicios. Allí se pudieron ver desde currículums, hasta tarjetas de multitud de empresas a, incluso, alguna oferta de trabajo. También hubo quien buscaba un «programador» a través de un papel escrito a mano. c. p.