La percepción que tienen los jóvenes españoles sobre su futuro laboral en el plazo de los próximos tres años resulta desoladora. Hasta en un 74% de los encuestados, tres de cada cuatro, se ven condenados a trabajar «en lo que sea».
Y es más. Un 67% no aventura una salida más digna que la dependencia económica de sus familiares más directos. Este negativo panorama es el que pinta la última investigación sobre «Jóvenes y empleo» del Centro Reina Sofía, tras analizar las respuestas directas de más de 2.000 encuestados entre los 16 y los 29 años.
La prolongación de la crisis y un paro que el informe cifra en el 36% de los 20 a los 29 años de edad, unido a la precariedad laboral y una remuneración «baja», desembocan en una visión con menos oportunidades laborales que las que tuvieron sus padres.
Para mas inri, un rotundo 87% de los encuestados opina que los responsables políticos no favorecen la creación de empleo. El 58% se ve resignado a salir al extranjero para tener alguna posibilidad de futuro.
A la vista de una percepción tan poco halagüeña sobre lo que les espera, no es extraño que apenas un 12% descarte la emigración como exigencia de futuro.
No obstante, estos mismos jóvenes no rebajan sus exigencias, al menos en el plano ideal de sus aspiraciones. Preguntados sobre el tipo de trabajo que buscan inicialmente, al margen de lo que pueda ofrecerles el mercado laboral, se inclinan por un puesto «directamente relacionado con mi formación, con buen sueldo y en mi lugar de residencia». Es así en el 44% de los casos, frente a un mínimo 11% que dirige sus miras hacia «cualquier trabajo, aunque tenga un sueldo bajo y en cualquier lugar»; pero el 66% de los jóvenes ve «muy complicado» conseguir un empleo que realmente les guste, tanto como poder formar una familia.
El índice de los encuestados se eleva al 74% entre los que concluyen que ven «más que probable» verse trabajando «en lo que sea», y al 67% entre los que opinan que no podrán ser autosuficientes económicamente hablando.
Y todo pese a que en cuestión de preferencias, el 72% se decanta abrumadoramente por tener un empleo estable antes que por los ingresos que pueda proporcionarle, que sólo inclina al 19%. El prestigio, las posibilidades de crecer profesionalmente, la cercanía del domicilio, o que se ajuste a la formación recibida, se relegan a un plano secundario.
En cuanto a la relación de la salida laboral con la formación recibida, un 76% de los jóvenes se muestran convencidos de que el graduado escolar, la titulación básica de la enseñanza obligatoria, no basta para alcanzar ningún trabajo que valga la pena por sí solo.
Mayor utilidad conceden tanto a los estudios universitarios -más del 60% de los encuestados-, y a la Formación Profesional, que se lleva la palma sobre su idoneidad de cara al mercado laboral, con un 76,6% de respuestas favorables.
