Más de 100.000 personas han visitado el cementerio de Alicante los últimos días con motivo de la celebración de Todos los Santos, según datos de la administración del camposanto, que ha percibido una afluencia mucho mayor que el pasado año, cuando cayó en domingo. El puente ha facilitado, aseguran, muchas visitas de otras provincias españolas, de familias alicantinas que residen fuera y que han venido a arreglar las sepulturas de sus parientes ya fallecidos. «Ha sido algo exagerado», explicaron, a lo que también ha contribuido el buen tiempo. El caso es que los alrededores del cementerio alicantino, donde hay más de 157.000 enterramientos, fueron ayer desde primera hora, como en la mayoría de los camposantos de la provincia, una auténtica romería de personas que se encaminaban a los distintos pabellones y cuadrantes de tumbas. A las 8.30 de la mañana, hora de apertura de puertas, ya había cola.

Para atender la afluencia de la jornada principal de visitas al cementerio, el Ayuntamiento reforzó la línea de autobús con servicio hasta el recinto, la 4, que conecta con la plaza de España pasando por Alfonso el Sabio y la avenida de la Estación, con un intervalo de 10 minutos. Si el transporte público iba abarrotado, también lo estaban los distintos aparcamientos habilitados con miles de plazas, desde bien temprano. La Policía Local regulaba los accesos ante las colas de coches y vigilaba el interior y el exterior con un dispositivo de 40 agentes, mientras Protección Civil prestaba sus servicios en bici y a pie, además de tener varias ambulancias para traslados. El dispositivo de seguridad se coordinó desde una carpa en la plaza exterior de la puerta principal.

Al lado de la carpa, representantes del grupo ASV, al que pertenece el tanatorio de Alicante, informaban a los asistentes sobre las pólizas del grupo, a la vez que regalaban claveles, más de dos mil en esta ocasión. Mientras, en el interior, entre las conversaciones en recuerdo de las personas fallecidas, se mezclaban comentarios sobre la falta de espacio para enterramientos y había quien apuntaba que no es normal que una capital de provincia como Alicante sólo tenga un cementerio, afirmando que ya es hora de que se construya el segundo. El recinto, inaugurado en 1918, está colapsado, de ahí que el Ayuntamiento se vea obligado a recuperar concesiones caducadas y a construir en la zona nueva en los próximos meses 432 nichos para garantizar los enterramientos en 2017.

La concejala responsable del cementerio, Gloria Vara, acudió a supervisar el desarrollo de la jornada junto al administrador del recinto, que ayer atendía en horario de oficina para facilitar las solicitudes de localización de unidades funerarias y tramitar la documentación de los entierros del día. El cementerio cerró a las seis.

«Lavamos la conciencia. Es como si nos confesáramos una vez al año», comentó un alicantino que llevaba numerosos ramos de flores para su parientes. Allá por donde se mirara, había personas limpiando tumbas, adornando nichos, cogiendo agua. Llamaban la atención los panteones, sobre todo el del torero Ángel Carratalá, y la tumba del poeta Miguel Hernández, repleta de claveles, así como la estatua central de la Virgen del Remedio. Algunos asistentes se quejaron del estado de la calle Santo Tomás, donde se ven los huecos de dos docenas de árboles arrancados, privando de sombra a toda la zona. Los mayores y personas con problemas de movilidad llenaron el vehículo eléctrico y la furgoneta del servicio de transporte interno fletados este año.