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Lucía Galán: «Un niño no mira el reloj, da igual el tiempo que pasamos con él si es de calidad»

La bloguera incide en la actitud de algunos padres, que pueden criar «pequeños tiranos»

Se habla mucho de educar a los niños en las emociones, ¿en qué consiste?

Es educarles en la vida real. El imperativo deben ser las emociones, las positivas y negativas. Todas nos ayudan a ser mejores personas, a conocernos, a mejorar, a fortalecer nuestros puntos fuertes y trabajar las debilidades. Es un trabajo diario que hay que hacer con nuestros hijos. No hay que enseñarles que todo es perfecto, que todo es alegría y felicidad porque cuando salgan ahí fuera y vean lo que hay la decepción será muy grande. Independientemente de la edad, a los niños les podemos hablar casi de cualquier cosa, usando un lenguaje adecuado. Con la misma ternura les podemos hablar de la alegría, la añoranza, la pena, la tristeza... para que ellos reconozcan esas emociones y logremos que sean felices.

¿Estamos sobreprotegiendo a los niños ocultándoles lo malo?

Sí. En esta vida todo merece una explicación y para todo debemos encontrar las palabras adecuadas. Es reponsabilidad de los padres mantener su inocencia intacta, pero de ahí a poner paños calientes y tapar una realidad con la que se van a topar tarde o temprano... hay que mantener un equilibrio. No hay que poner el telediario para hablarles de emociones. Hay que aprovechar cualquier momento de pena y en lugar de decirles que no lloren es mejor escucharles, acompañarles en ese dolor y ayudarles a salir de ahí con energía positiva, pero dando espacio a las emociones negativas que tienen y que cuando sean mayores tendrán y muchas.

¿Es bueno que un niño se frustre?

Los niños tienen que aprender que todo lo que merece la pena requiere un esfuerzo y detrás de todo esfuerzo importante hay momentos de frustración que te deben impulsar a seguir adelante.

¿Vivimos una corriente de hiperpaternidad por parte de padres demasiado protectores?

El exceso de información de hoy en día desinforma a las familias. Tener tanta información a golpe de «clic» hace que se empatice rápidamente con lo que pasa en cualquier parte del mundo, pienses que te puede pasar a ti y pierdas el sentido común. Ese exceso de miedo hace que criemos a los hijos bajo el paraguas del miedo y eso trae niños con autoestima baja, poca iniciativa, temerosos... niños que el día de mañana cuando salgan ahí fuera les habremos dejado sin recursos y herramientas para salir adelante. Hay que marcar unos límites claros e ir dándoles alas para que poco a poco, en función de su madurez y años, se desarrollen como personas, superando nuestros propios fantasmas. Da pena ver cómo hay padres que proyectan sus miedos y sus fantasmas en sus hijos y hacen de ellos niños temerosos y con poco empuje.

¿Es normal que un niño de tres años decida lo que quiere comer o ponerse? ¿Se está criando a pequeños tiranos?

Los límites son esenciales en la educación y hay que marcarlos desde pequeños. Si nosotros no los ponemos, los ponen ellos y si dejas esa responsabilidad a un niño de tres años, lo más seguro es que se equivoque porque no tiene los recursos necesarios para saber dónde los pone y hagamos de él un niño tirano. Hay cosas que se negocian, se elijen y otras que simplemente son no: los enchufes no se tocan, todos nos sentamos a comer, no se insulta, se muerde o se pega... Ahora bien, se le puede dar a elegir entre cierto margen -¿qué camiseta te quieres poner, la verde o la roja?- para que puedan crear su criterio.

¿Se puede criar a niños felices teniendo tan poco tiempo para dedicarles por la falta de conciliación?

Sí, centrándonos en que el tiempo que demos sea de calidad. Mis padres trabajaron de mañana y tarde, pero yo no tengo la sensación de haber pasado poco tiempo con ellos. La sensación es que las veces que les he necesitado, ahí estaban. De nada sirve que no trabajes un día si lo pasas al teléfono o haciendo recados con el niño encima. No es tiempo de calidad. El niño no mira el reloj, salta de momento en momento y si le preguntas cuál ha sido el mejor momento del día, a lo mejor te dice los 5 minutos que habéis estado contando chistes en el desayunto. Debemos aprender a desconectar de todo cuando estemos con nuestros hijos.

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