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¿Por qué engordan los niños?

Menores de cinco años acuden con sobrepeso a los pediatras, que achacan la epidemia de obesidad al exceso de zumos, cereales azucarados y elevado consumo de aceite de oliva

¿Por qué engordan los niños?

¿Cómo se camufla el dulzor de las 60 cucharadas de azúcar que lleva una botella de dos litros de cola para que se pueda beber? Con acidulantes. Lo mismo que ocurre con el ketchup. ¿Y qué pasa con los zumitos que las mamás dan a sus niños para que tomen algo de fruta? Que están elaborados con gran cantidad de fructosa para disfrazar el no demasiado buen sabor de las piezas de fruta con que se elaboran, desechadas por su mal aspecto para la venta. Éstas son solo algunas de las causas de la gordura de los niños españoles, que alcanza el 32% entre los que tienen sobrepeso y obesidad, según se puso ayer de manifiesto en el taller de nutrición celebrado en el marco del XXXIV Congreso de Medicina que se celebra en Alicante. En este foro los expertos mostraron su preocupación por el aumento en el número de niños menores de 5 años que acuden a las consultas con exceso de peso, también a las de pediatras alicantinos.

«En Estados Unidos un 25% de niños están ya obesos antes de los cinco años. Esto está pasando en España, y a las consultas nos llegan cada vez más que empiezan a engordar cuando pasan de los purés a comer de forma normal a pesar de que toman leche desnatada. Esto echa por tierra la comida basura como causa», explica el pediatra Miguel Ángel Fuentes.

En el taller de nutrición se realizó un repaso de las causas de la epidemia de obesidad actual, que cada diez años se duplica, y ni la dieta mediterránea es capaz de frenarla puesto que, como recordó el pediatra, crece mucho más rápido en los países del sur de Europa que en los del norte. En el taller se habló de que el consumo de leche entera casi ha desaparecido, que antes se comían muchos más huevos que ahora y se cocinaba con mantequilla y manteca de cerdo, pese a lo cual la gente estaba más delgada.

Entonces, ¿por qué se engorda? Los médicos reunidos en Alicante apuntan al aceite y a las harinas refinadas, además de a un excesivo consumo de azúcar. En la picota están las grasas vegetales hidrogenadas, que empezaron a usarse masivamente en los años 70, como el aceite de soja, girasol, maíz o semillas de la planta del algodón, «cualquier semilla oleaginosa a la que se extrae el aceite y se consume en sentido industrial». Tampoco se salva el aceite de oliva consumido en exceso pese a los beneficios que se le presuponen ya que su uso masivo desde los años 70 coincide también con la epidemia de obesidad.

En cuanto al azúcar, los pediatras alertan a las madres por la gran cantidad de zumitos que dan a sus hijos pensando que consumen fruta, y en cuanto a las harinas, advierten de que los cereales que se toman son copos de maíz inflado tan artificiales como las chucherías. «En España nunca habíamos desayunado cereales, y en Estados Unidos eran un alimento saludable hasta que pasaron de ser integrales o gachas a cereales azucarados con miel y chocolate, muy calóricos». Este cambio de hábitos coincidió además con el inicio del aumento de peso de la población estadounidense en los setenta.

Fuentes explicó a los estudiantes de Medicina que el cuerpo humano no ha podido adaptarse aún a estos cambios en la alimentación dado que el control en la saciedad humana obedece a un patrón de neurotransmisores, hormonas y otros mecanismos diseñado en la prehistoria, que se mantuvo hasta hace menos de 100 años, cuando cambiaron los hábitos alimentarios y de vida. «La industria alimentaria ofrece cosas que el cuerpo no reconoce como comida. Es incapaz de detectar la calorías, por ejemplo, de los refrescos. Detecta la carne porque lo lleva haciendo desde el paleolítico pero no los zumos, de ahí que no sacien. Al manipular los alimentos, el cuerpo no los reconoce, se come más de la cuenta y se engorda. Los niños han de comer verdura pero si vuelven a los fritos y la leche entera, y dejan todo lo otro, no engordarán».

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