El conseller de Hacienda, Vicent Soler, tendrá que emplearse a fondo para que los presupuestos de la Generalitat de 2017, los segundos del nuevo Consell, no acaben reventando las costuras del pacto del Botànic. Conciliar los intereses y las aspiraciones de todas las consellerias (repartidas a la mitad entre PSPV y Compromís) y mimar al socio externo (Podemos) se está convirtiendo en un auténtico sudoku para Hacienda, máxime ante un escenario de obligadas estrecheces presupuestarias. Tal es así, que Soler quiere que la responsabilidad de decidir cómo repartir lo poco que hay no sea exclusiva de su departamento, sino que sea una decisión colegiada, algo así como «socializar» el ajuste.

Las aspiraciones presupuestarias de las consellerias han resultado ser poco realistas. Según ha podido saber este diario, los distintos departamentos de la Generalitat han enviado a Hacienda propuestas de gasto que exceden en mucho las previsiones que baraja Soler para el próximo ejercicio. Cabe recordar que las cuentas públicas de la Generalitat nacerán muy encorsetadas por la ley de estabilidad presupuestaria, el techo de gasto y los objetivos de déficit.

El presidente Ximo Puig ya avanzó en agosto que, al no haberse solucionado la infrafinanciación de la Comunidad Valenciana, el Consell no tendrá más remedio que volver a cuadrar los presupuestos con la partida «reivindicativa» (ficticia, según el PP) de 1.300 millones de euros.

La inclusión de este fondo (que ya se incluyó en 2016 a pesar de que la transferencia nunca ha sido asumida por el Estado) permitirá a Soler cuadrar las cuentas, pero poco más. El escaso margen de gasto (más allá de pagar la Sanidad y la Educación) es similar al de 2016, de ahí que la carta a los reyes magos que han escrito las consellerias no podrá ser atendida en ningún caso.

Presupuestos de subsistencia

Hacienda trabaja sobre un nivel de gasto similar al de 2016 cuando los presupuestos prácticamente se congelaron respecto al año anterior. Pero mantener el nivel de gasto no es precisamente lo que quieren los consellers, quienes tras llevar ya más de un año ejerciendo se sienten más seguros a la hora de pelear los euros ante Hacienda.

El departamento que dirige Soler ya ha comunicado a los diferentes departamentos que la subida planteada es excesiva y que tendrán que sacar la tijera. En su momento, Hacienda solicitó a cada una de las consellerias dos documentos: uno en el que se plasmara una suerte de presupuesto de subsistencia, es decir, solo aquello estrictamente necesario y otro, en el que plasmaran sus iniciativas. Y es ahí donde los consellers y conselleras han dado rienda suelta a sus proyectos. Sin embargo, el incremento (una media del 7 %) es inasumible a no ser que Soler quiera amotinarse contra el ministro Cristóbal Montoro y correr el riesgo de que el Ministerio le aplique medidas coercitivas por no aplicar la ley de estabilidad. Cabe apuntar que la Comunidad Valenciana ya está en el punto de mira y ha sido alertada por exceder en deuda, déficit y en el pago a proveedores.

Pero enfrentarse a sus colegas de Gobierno no está siendo fácil. En el Consell no sólo conviven partidos distintos, si no que muchos consellers han ganado experiencia y les cuesta más asumir sin más la política de contención. Algunos, además, están peleando con uñas y dientes ya que entienden que existen compromisos públicos adquiridos con la ciudadanía y que tienen que tener reflejo presupuestaria. Las consellerias «sociales», tales como Sanidad, Educación y Bienestar Social son las más condicionadas por los acuerdos del Botànic. Hay promesas adquiridas que precisan poner muchos ceros encima de la mesa, como son los fondos para la dependencia o el plan para erradicar los barracones. La realidad, sin embargo, es que no hay para todos y que muchos compromisos sociales no podrán cumplirse el próximo ejercicio.

Aunque corresponde a la Conselleria de Hacienda unir las piezas y presentar el presupuesto conjunto, Soler apuesta por que la decisión sea colegiada con el fin de que todo el mundo se sienta partícipe del sacrificio. Así, el conseller plantea que no sea Hacienda sino todo el Consell el que decida las prioridades del gasto el año próximo.

El papel de Podemos

En la confección de las cuentas de 2017 hay además que dar juego a Podemos, una circunstancia que no pasó hace un año. El papel del socio externo en el diseño de los presupuestos fue prácticamente nula. De hecho, fue una de las quejas del líder podemista Antonio Montiel. La situación es diferente ahora ya que Podemos ha endurecido su discurso y es más exigente con el Consell. De hecho, según admiten fuentes de la Conselleria de Hacienda, se han producido conversaciones con Podemos a cuenta del presupuesto. En el Consell dan por hecho que esta vez no podrán ningunearlo y que tendrán que atender algunas de sus peticiones. La más conocida es la Agencia Antifraude, cuya ley está a punto de aprobarse, y que debería ver la luz el próximo año.

Podemos ha pedido también al Ejecutivo de Puig una mayor apuesta presupuestaria en las políticas de creación de empleo, por lo que es de esperar más fondos para la Conselleria de Economía.