Llegó de Marruecos hace unos 15 años a Altea, donde residen muchos familiares, y Adil Anwar Merabet, de 38 años, se había integrado plenamente en la vida del municipio «como un alteano más», según aseguran muchos vecinos. El pasado miércoles la Policía Nacional le detuvo como presunto miembro de una célula yihadista y su arresto ha causado sorpresa entre numerosos vecinos de Altea que no acaban de creerse la radicalización de este ciudadano marroquí que desfiló con una peña cristiana en las fiestas de Moros y Cristianos y jugó al fútbol en la Unión Deportiva Altea y al fútbol sala en un equipo donde también estaban como jugadores algunos guardias civiles y policías locales del municipio. Sin embargo, no son pocos los alteanos que no se han sorprendido tanto de la detención porque desde hace unos dos años habían detectado un cambio en la vida diaria de Adil, quien pasó de «vestir como un europeo a llevar una chilaba» y a frecuentar el Centro Islámico de Altea.

El primo de Adil que regenta la carnicería árabe de Altea donde la Policía se llevó el disco duro de su ordenador, Acedin, seguía manteniendo ayer su fe ciega en la inocencia de su familiar: «Pongo la mano en el fuego a que no está metido en esa mierda» del yihadismo.

Frente a los comentarios de varios alteanos que conocen a Adil y aseguran haber notado un cambio en su comportamiento desde hace aproximadamente dos años, su primo y otro allegado coinciden en señalar que no se ha radicalizado, sino que únicamente practicaba con más intensidad la religión musulmana desde que se quedó sin trabajo, «pero eso no quiere decir que sea un terrorista..., el Islam es paz», afirma un compatriota del ciudadano marroquí detenido.

De su etapa futbolera un vecino de Altea que compartió vestuario con Adil recuerda que jugaba como delantero y «era muy buen jugador, algo chupón pero era el 'pichichi'». Tampoco olvidan estos jugadores algo a lo que no dieron importancia hace dos o tres años. «En su perfil de Facebook comenzó a poner cosas como 'Alá es grande' y entre nosotros hablábamos sobre si estaba flipado, pero nunca pensamos que pudiera dedicarse a la captación de yihadistas», afirma uno de los jugadores. Antes de notar el cambio, añade este conocido de Adil, «era como un alteano más que salía de copas con la gente del pueblo, jugaba al fútbol, desfilaba en fiestas y hablaba español; la única diferencia era que él se iba a rezar». Si en la conversación entre amigos salía el tema del yihadismo «él se callaba, con nosotros no comentaba nada».

Sobre los viajes de Adil a Marruecos su primo señala que «su padre está enfermo y sale barato ir, sólo unos 60 euros». Mientras aguarda noticias del destino que le espera a Adil una vez sea puesto a disposición judicial, Acedin, cuya familia lleva «35 años en Altea», recibió ayer el apoyo moral de muchos vecinos que entraron en su carnicería y se ofrecieron incluso a firmar un manifiesto de apoyo a su familiar arrestado. «Siempre hablábamos de fútbol y de fiestas, nunca de terrorismo, seguro que no tiene nada que ver», concluye el primo de Adil.