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Nines Romero: «Hay que exigir a los políticos una compra ética desde la Administración»

Los responsables de Oxfam Intermón en Alicante se han puesto en contacto con el Ayuntamiento para, aprovechando el concurso de Grafiti y Arte Urbano, hacer llegar a los ciudadanos la trascendencia que tiene un comercio justo y responsable

Nines Romero: «Hay que exigir a los políticos una compra ética desde la Administración» PILAR CORTÉS

¿Cómo surge la idea de vincular el arte y el consumo?

Lo hemos llamado Artivismo, una mezcla de arte y de activismo social. Ambas son formas de actuar para cambiar y mejorar las cosas. Una forma de influir en la sociedad.

¿Cómo trasladar esa idea a un espacio urbano común?

Los espacios urbanos pueden ser una excelente vía para la exposición y el arte, al mismo tiempo que pueden ser usados para concienciar a la sociedad. Nos pusimos en contacto con el Ayuntamiento para ver qué espacios de titularidad municipal podíamos usar. Se trata de buscar espacios que puedan mejorar con la actividad y que impliquen al barrio.

¿Quién pone el arte?

La convocatoria parte del Ayuntamiento, en concreto del concejal de Cultura, Daniel Simón. El concurso implica a los artistas grafiteros y se busca renovar áreas como la Zona Norte. Por nuestra parte lo que queremos difundir es la importancia del comercio justo, de un consumo responsable. Unimos esfuerzos y lo hacemos al mismo tiempo.

Lo del comercio justo parece muy árido... ¿Cómo hacerlo llegar?

Queremos que el mensaje del grafiti sea ese. No es más que un comercio en el que los derechos de los productores se respetan, algo que no siempre ocurre. Hacemos referencia a los del sur porque es con los que trabajamos más, pero en general se trata de respetar los derechos de los trabajadores tanto en el supermercado como en el cultivo de café.

Parece que pensar en el productor directo nos quede lejos.

Hay un vínculo directo entre la producción, generalmente en el sur, y el consumidor en el norte. Cuando nos ponemos una camiseta de algodón no nos planteamos cómo ha llegado a nuestras manos y se trata de que lo pensemos. El mismo proceso se lleva tanto al chocolate como al café y a cualquier producto. El hecho es respetar los derechos en el eslabón más débil de la consumición porque, a partir de ahí, todos compran y suman ganancias pero es sobre el que se ejerce más presión y tiene menos herramientas.

¿Cómo andamos de sensibilidad? ¿Qué puede hacer el consumidor de a pie?

Podíamos estar mejor y queremos visibilizar el último eslabón de la cadena reforzando sus derechos con la compra de precio justo, informando al consumidor. De entrada, se debe mirar siempre la etiqueta. Hay opciones, no tiene por qué vincularse a comprar en una tienda concreta. Y hay una herramienta muy importante, la educación. Si no sabemos qué hay detrás, da igual mirar la etiqueta. Si no sabemos cómo se producen los productos que consumimos, difícilmente podremos saber cómo apoyamos al sur.

La escuela, una vez más.

La tarea empieza en la escuela, la receptividad del docente es fundamental, pero se puede dar en cualquier nivel. Hay que exigir a los políticos que hagan una compra ética desde las administraciones, y a los medios de comunicación que se hagan eco de noticias como la de la fábrica de Bangladesh explicando que todo es consecuencia de cómo actuamos nosotros. Y que se difundan las acciones de las ONG para ayudar.

¿Cómo transmitirlo?

Es satisfactorio mostrar al ciudadano que comprar café o azúcar puede cambiar la vida a cientos de personas. El comercio justo cambia la vida de las personas, no es caridad. Si el trabajo se reconoce mejora el entorno.

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