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María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación

«Hay que sancionar al acosador para que cambie la conducta»

Invitada de lujo a la apertura oficial del curso en la ciudad de Alicante, esta experta investigadora en la convivencia escolar reclama ir más allá de los meros protocolos contra el acoso ya generalizados en los centros educativos

La catedrática Díaz-Aguado, ayer

Invitada de lujo a la apertura oficial del curso en la ciudad de Alicante, esta experta investigadora en la convivencia escolar reclama ir más allá de los meros protocolos contra el acoso ya generalizados en los centros educativos.

¿Qué se hace mal para que el acoso siga estando tan presente en las aulas?

El acoso escolar es la punta del iceberg de problemas relacionados con la pervivencia de un modelo educativo creado para una sociedad que ya no existe.

¿Quiere decir que seguimos anclados en pautas escolares desfasadas?

Se va cambiando, pero muy poco a poco y hace falta adaptar el modelo educativo a la revolución tecnológica. Es muy complejo, pero la sociedad ha cambiado rápidamente y en la educación el proceso es más lento.

¿Es responsabilidad de la escuela?

Tradicionalmente no era una tarea de los profesores, pero erradicar el acoso en la sociedad del siglo XXI corresponde a los coordinadores y al profesorado. El acoso está ligado a un modelo individualista y competitivo entre compañeros y se trata de crear un modelo más participativo, enseñar a cooperar y a competir, sí, pero desde la cooperación. Hay que lograr que los alumnos se identifiquen con un proyecto común, huyendo de tareas despersonalizadas y aburridas.

¿Cómo es que las cifras, con lo que se trabaja, no van a menos?

Tras la puesta en marcha de los programas de mediación y la movilización de las familias, la creación de observatorios autonómicos y un largo etcétera, no se han hecho estudios comparativos rigurosos; pero tenemos datos recientes de investigaciones sobre violencia de género con hasta 20.000 participantes que indican que se ha incrementado de forma clarísima. Este aumento lo atribuimos al creciente auge de las nuevas tecnologías y su uso en la violencia de género.

¿En qué medida?

Las nuevas tecnologías dan un enorme poder al potencial abusador para hacer daño, intimidar y coaccionar. Y eso nos lleva a temer algo parecido con los casos de acoso escolar porque hacen más vulnerables a las víctimas.

¿Cómo combatirlo?

No hay que ser pasivo ni cómplice, para detenerlo hay que informar. Tenemos una vacuna al alcance de nuestras posibilidades, aunque no basta por sí sola reduce el riesgo de violencia en el 40% de la población adolescente y hay que llegar al 100% trasladándola al acoso escolar. Se trata de aplicar un modelo que cambie la mentalidad respecto al acoso, mediante métodos muy participativos con debates y tareas para que ellos mismos propongan el cambio de cultura. Los resultados a nivel científico son excelentes.

¿Por qué la víctima es la que abandona el centro?

Es una mala solución para el bienestar de la víctima, pero confío en que cambie. La convivencia no puede limitarse a un protocolo, debe haber medidas sancionadoras para que los acosadores cambien de conducta.

¿Se puede detectar a tiempo?

La escuela puede detectarlo muy bien con un programa informático que incluye preguntas que permiten detectar a los alumnos líderes, los iguales, y los que están en situación de riesgo para ser víctimas. Es una herramienta para que el profesor equilibre el poder en el aula y ningún estudiantes se encuentre en situación de vulnerabilidad.

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