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Los alumnos de Magisterio no se sienten preparados para el plurilingüismo

Los estudiantes de la Facultad de Educación creen que implantar el plan de un año para otro es una utopía. Los profesores sí los ven capacitados

Alumnos de la Facultad de Educación de Alicante. Dicen que hay pocas asignaturas en valenciano pero ven precipitado el decreto. ISABEL RAMón

En los extremos. Así están los estudiantes y los profesores de la Escuela de Educación de Alicante, la que forma a universitarios como futuros maestros, que difieren totalmente sobre si los centros educativos y los futuros profesionales están preparados para la puesta en marcha el próximo curso del decreto de plurilingüismo del conseller Vicent Marzà, con más asignaturas de valenciano y que también incrementa las horas de inglés.

Los alumnos consideran que es una utopía que no se puede conseguir de un año para otro y coinciden en que existe un problema de aprendizaje de idiomas desde la base. A la vez abogan por que las asignaturas en valenciano e inglés empiecen a impartirse a los niños desde Infantil. Sin embargo, los profesores lo ven de otra manera. Afirman que están preparados y también los alumnos de la Facultad de Educación, que no es un proyecto nuevo y que «al margen de enfrentamientos políticos, el plurilingüismo es una de las riquezas que tenemos en el País Valenciano». Los docentes ponen el acento en que tanto la Conselleria de Educación como las universidades posibilitan conseguir la capacitación y el diploma de «mestre», en el caso del valenciano, en menos de un año, una formación que en el caso de la Facultad de Educación de la Universidad de Alicante recuerdan que se lleva impartiendo mucho tiempo.

Los profesores sí reconocen que puede ser problemático para alumnos que se han acogido a la exención del valenciano en la enseñanza media y después se enfrentan a la Universidad, «tendrán que buscar cursos como los que ofrece el Servei de Llenguas, con todos los niveles y materiales digitales», explica José Rovira Collado, profesor de Didáctica de la Lengua y de la Literatura Castellana, que no tiene problema en hablar en valenciano en sus clases, de hecho se muestra a favor. «Como hablante de castellano como lengua materna, he aprendido mucho gracias al valenciano, por ejemplo, italiano. Hay que fomentarlo desde el norte de Castellón hasta la Vega Baja porque a los alumnos con exención se les quita la oportunidad de aprender una segunda lengua».

Rovira destaca el grado de preparación. «Los docentes de ahora estamos preparados, quizá no tanto los de generaciones anteriores. Y la gran mayoría del alumnado de la Facultad de Educación de Alicante sale preparado para impartir cualquier asignatura en las dos lenguas cooficiales. ¿Inglés? Los estudiantes viven con internet, tienen muchas más herramientas que hace diez años, y desde primero ven las series en inglés».

Otra docente, que dio clases den un instituto, se posiciona en la misma línea. «Sí que estamos preparados. Y saber idiomas es el mejor medio de comunicación, sin descartar el castellano en la escuela. La pluralidad en todo es enriquecedora».

Desde el otro lado de los pupitres, los alumnos difieren. Desde distintas aulas de cuarto curso de Magisterio en Educación Infantil mostraron sus numerosas dudas. Como las alumnas de Innovación. «Son proyectos muy bonitos que se quedan en papel, no hay recursos ni metodología. Faltan libros, programación, tiempo. No nos enseñan los idiomas como se debería. Los propios profesores insisten en lo importante que es la inmersión pero luego hacen lo contrario y nos revientan a trabajos».

Los universitarios hablan de un problema de fondo. «Sacar proyectos para imponer mañana cuando no se trabaja la base es como querer ir mañana a la luna a desayunar. No va a ser posible», dijo la alumna Raquel Teruel. Otra estudiante, Mariola Giménez, prácticamente calcó el mensaje, «queremos compararnos a países del norte de Europa como Finlandia, pero no estamos preparados y yo la primera. Es algo muy utópico que no se puede conseguir de un año para otro». Una alumna más, Ana Díez, ve precipitada la implantación y reclama cursos puente. Su compañera Patricia Bonell viene de línea valenciano y se queja de que en la Universidad de Alicante hay poco. «Ofrecen escasas clases en valenciano, y si va gente que habla en castellano, los profesores cambian de idioma».

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