Hubo que esperar a que cayera el calor y se vaciaran las playas para que la fiebre del tardeo volviera a inyectar el centro de Alicante del ambiente festivo que se respira desde la plaza del Mercado Central hasta la zona de Castaños y el Teatro Principal cualquier sábado del año... siempre que no sea de verano.

Ayer era día de rentrée, la apertura oficial de la nueva temporada del ocio alicantino tras un largo periodo estival en el que la diversión se traslada hasta la zona de la playa de San Juan. No faltaron las despedidas de soltero y solteras ni los picoteos low cost en la plaza 25 de mayo, epicentro de la diversión hasta que las copas acaban ganándole la batalla al picoteo, pero ayer el tardeo hizo honor a su nombre para rescatar la particular «vuelta al cole» de este fenómeno de masas. Sin el sol castigando las cabezas como al mediodía, la zona de Castaños devolvió a la primera sesión de tardeo del curso la ya usual imagen de los sábados alicantinos: terrazas llenas y gente y más gente agolpada a las puertas de los pubs del centro de la ciudad.

Al mediodía, pese a las actividades promocionales puestas en marcha de forma conjunta por una treintena de establecimientos, la rentrée pinchaba en hueso en la plaza del Mercado. No faltaron las reuniones alrededor de un quinto de cerveza ni las ganas de reír o bailar. Tampoco los habituales adiós de soltería que desembarcan sábado tras sábado de forma masiva, por ejemplo ayer desde Elda, Castalla o Valencia. Foto por allí, selfie por allá. Flirteos a plena luz del día, música en plena calle, algún disfrazado... Un sábado más si no hubiera sido porque los fieles al tardeo no se contaban por miles si no por cientos. Y todos recubiertos a la sombra de la fachada principal del Mercado y de las floristerías. Las que estaban llenas como siempre eran las terrazas de los dos bares que cohabitan en la plaza, aunque regando a sus clientes con humidificadores para mitigar los efectos del calor.

El anunciado desembarco del tardeo estuvo lejos de reunir a las 4.000 personas que puede llegar a congregar algún sábado entre octubre y junio, «temporada alta» de este fenómeno social convertido en atractivo turístico y motor económico de la ciudad. Pese a todo, a partir de las 17.00 horas, los veladores y locales concentrados alrededor de la calle Castaños sí empezaron a alumbrar una auténtica jornada de tardeo, la primera del 2016 tras el impás de los meses veraniegos.

Sentarse en una terraza para tomarse una copa o un café volvía a ser cuestión de suerte; entrar a alguno de los locales de moda de la zona ganas de adentrarse entre la multitud que se agolpa al reclamo de la música y la oscuridad. «En verano abrimos a las 19.00 porque el calor ahuyenta a la gente, pero hoy ya estamos llenos desde primera hora de la tarde», señalaba un portero de uno de los pubs con más adeptos de la zona. Aún así, auguró que habrá que esperar «dos semanas más» para que el tardeo recupere el esplendor con el que luce cuando se acaba el verano y vuelva a costar andar por las calles peatonales del centro de la ciudad.

Una muestra de la reactivación del tardeo en la jornada de ayer fue la numerosa presencia de agentes de la Policía Local tanto en la plaza del Mercado Central, entre las 12.00 y las 15.00 horas, como en la zona delimitada por Castaños, La Rambla y el Teatro Principal. «Hoy recuperamos el dispositivo normal de cualquier sábado a costa de tener menos dotaciones en la zona de playas, donde ya se nota que hay menos gente», confirmaba uno de los policías desplegados en el centro de la ciudad.

Terrazas llenas en la playa

Aunque los locales de ocio de la playa de San Juan mantienen su oferta durante todo el año, es en verano cuando más clientes restan al tardeo. Y aunque ayer en su caso el fenómeno se produjo a la inversa, notando sensiblemente la rentrée organizada por los locales del centro, sus terrazas estaban llenas como cualquier otra tarde del verano. Un flujo de gente que ni llegó a saturar la zona de Castaños ni vació la zona de ocio de San Juan pese a que todas sus pistas de bailes estuvieran desiertas.