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Cómo convivir con un Erasmus

Los estudiantes alemanes no soportan que les desaparezca comida propia del frigorífico - A los ingleses les molesta que no se cierre con llave la puerta

Bienvenida a los estudiantes extranjeros el primer día de clase, ayer, en la Universidad de Alicante. isabel ramón

Estudiar fuera de casa y compartir vivienda con universitarios de otras nacionalidades tiene sus intríngulis. Que la convivencia no se convierta en un problema lleva aparejado todo un manual sobre las costumbres de unos u otros, según su procedencia, que bien podría formar parte de los apuntes que se toman en clase para aprobar la materia de la vida, de forma que la experiencia no se convierta en un sufrimiento añadido.

El servicio internacional de reserva de alojamiento para estudiantes universitarios, Uniplaces.es, ha constatado una serie de premisas sobre lo que debe saberse para convivir con otros estudiantes extranjeros, en función de las respuestas que un millar de encuestados han aportado a la consultora sobre lo que más molesta a cada uno de ellos en el día a día.

La nacionalidad de origen tiene mucho que ver en las respuestas hasta el punto de que si el compañero de piso es inglés, no cerrar la puerta del piso con llave al término del día se convierte en todo un motivo de enfado para ellos.

Echar la llave

Mientras que el anglosajón considera el gesto de echar la llave como una cuestión principal de cuidado y protección, al ibérico, léase español o portugués, no le preocupa en absoluto la cuestión, que relegan al rincón de los despistes y olvidos tolerables.

Por contra, los que menos soportan que no se pase el cepillo o el plumero con asiduidad son los españoles. Aunque en general es de los temas que menos tolera cualquier Erasmus, para los compatriotas es algo elemental, mientras que a los alemanes no les saca tanto de sus casillas encontrarse una pelusa como que les falte su yogur de la nevera.

Junto a los ingleses, los germanos son quienes peor llevan comprobar que les ha desaparecido del frigorífico o de la despensa algún alimento con el que contaban. En este punto, los italianos son los muestran más indulgentes. Y en cuestión de diversiones, ni a los galos ni a los alemanes les hace ninguna gracia que invitados extraños invadan su espacio un día sí y otro también, en contraste con la tolerancia de la que hacen gala los italianos a este respecto.

Finalmente puede sorprender, dada la fama de la fiesta española, pero lo cierto es que cuando se trata de convivir, son los que menos admiten que se produzcan ruidos a deshoras. Reclaman una estancia relajada frente a los portugueses, a quienes no preocupan las voces o el jaleo a altas horas.

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