Cubos, barreños, pistolas de agua, botellas de plástico... Éstas fueron las armas utilizadas ayer en la refrescante batalla que se libró en la calle Virgen del Socorro, del tradicional barrio de pescadores del Raval Roig, la «poalà», entre unas 200 personas. Grandes y pequeños disfrutaron durante dos horas lanzándose constantemente cubos de agua en la zona acotada para tal fin. Aunque algún despistado turista volvió ayer al hotel empapado. Desde los balcones también llovían cubos de agua sin previo aviso, como manda la tradición del barrio, que ayer cerró la 177 edición de sus fiestas.