El fuego ha arrasado cerca de 9.000 hectáreas de monte en la provincia durante la última década, de las que un 40% eran arboladas. Una mella en el territorio difícil de recuperar y, en algunos casos, irrecuperable. Se trata de una superficie equiparable a la de 12.600 campos de fútbol. Sería comparable, en términos de superficie, a casi la mitad de lo que ocupa el término municipal de Alicante y se aproxima a la extensión que suman los municipios de Dénia y Benidorm.

Este verano, con más de 1.100 hectáreas de gran valor medioambiental arrasadas por el fuego en Xàbia, Benitatxell y Bolulla, ha sido especialmente trágico para la provincia de Alicante. Esa superficie arrasada se suma a la de otros pequeños incendios ocurridos este año y a las 7.642 hectáreas que se quemaron en la provincia entre enero de 2006 y diciembre de 2015, según los datos que maneja la Consellería de Agricultura y Medio Ambiente.

Entre las grandes tragedias de los últimos años destaca el incendio que en el verano de 2012 quemó 700 hectáreas en La Torre de les Maçanes y costó la vida de dos personas que trabajaban en las labores de extinción. Entre los grandes incendios, aquellos que superan las 500 hectáreas de superficie quemada, se encuentran también el de La Nucía del año 2009 (960 hectáreas calcinadas) y el de la Vall d'Ebo y Pego, que el verano pasado arrasó 1.700 hectáreas. Este último fue calificado como el mayor registrado el año pasado en España y, por su superficie calcinada, se consideró el peor de los últimos 20 años en la provincia de Alicante.

En el año 2012 un incendio causó estragos en el parque natural de Mariola, donde ardieron 573 hectáreas en la zona de Serelles y dos años después, en el verano 2014, el fuego golpeaba al Montgó. El incendio obligó a desalojar a más de 1.000 vecinos de la zona y quemó 440 hectáreas de monte.

Este año, de nuevo, el fuego ha vuelto a castigar a la provincia, inscribiéndolo como uno de los veranos más negros hasta ahora. Aunque el año comenzó bien, al pasar de las 1.800 hectáreas quemadas de todo 2015 a sólo 85 hasta mediados de agosto, los incendios registrados en Xàbia, Benitatxell y Bolulla han dado al traste con la estadística. Más de 1.100 hectáreas quemadas, más de un millar de vecinos desalojados y varias viviendas arrasadas por el fuego. Un balance que ha teñido de negro estos parajes.

Los daños causados por el fuego en la provincia se miden también a largo plazo. Como ya explicó recientemente en estas mismas páginas el catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante y director del Laboratorio de Climatología, Jorge Olcina, el periodo de regeneración de un monte mediterráneo quemado es de 15 años para recuperar el estrato arbustivo y de al menos 30 años para el arbóreo. Una recuperación para la que no ayuda la sequía que, según explicó Olcina, «retrasa el crecimiento de la vegetación y, por tanto, la recuperación forestal en el monte». De esta forma, la superficie quemada en los últimos años se recupera más lentamente. Y la sequía no es el único hándicap. El profesor de botánica de la Universidad de Alicante Segundo Ríos explicaba que «el único desastre que es irreversible es la falta de suelo» y advertía del daño que pueden provocar las lluvias torrenciales sobre el suelo quemado.

En el conjunto de la Comunidad, el fuego ha arrasado 86.495 hectáreas de superficie en los últimos 10 años. Y eso sin contar con los estragos causados por los incendios este verano. La mayor superficie calcinada en la última década se registra en la provincia de Valencia, con 57.313 hectáreas, seguida de la de Castellón, con 21.539 hectáreas arrasadas en 10 años y de Alicante con 7.642 hectáreas a las que habría que sumar las más de 1.400 hectáreas quemadas este verano.

Aunque la provincia de Alicante registra la menor superficie quemada, hay que tener en cuenta que también es la que menos suelo forestal concentra en la Comunidad. En Alicante la superficie forestal es de 226.800 hectáreas, según los datos del Informe del Sector Agrario Valenciano 2015. Mientras, en Castellón es de 379.900 y en Valencia de 574.500.

Otra de las consideraciones a hacer en el caso de la provincia es que acoge el 43% de las áreas urbanizadas de la Comunidad (urbanizaciones y viviendas diseminadas) construidas en el denominado interfaz urbano-forestal, y que tienen un fuerte riesgo de sufrir un incendio. Se trata de 251 áreas urbanizadas ubicadas a menos de 500 metros, colindantes, o enclavadas directamente en terrenos forestales.