Nueve de la noche. Urbanización Valle Sol. Decenas de chalés que hasta hace dos días estaban ocupados por sus dueños son ahora la triste imagen de las consecuencias del pavoroso incendio que ha asolado Xàbia. El silencio es lo que llama la atención. Un impactante silencio de avionetas cargadas de agua.

La Policía ha dejado pasar a algunos vecinos a sus casas para recoger sus pertenencias, pero tienen que ir a pie. Los agentes no quieren que se reaviven las llamas y se encuentren decenas de coches queriendo salir de sus casas y se forme un tapón. Así que apenas son unos pocos residentes los que han decidido volver, por unos minutos, a recoger lo imprescindible para pasar otra noche fuera de su hogar.

Es el caso de Margeri, una británica que arrastra una pequeña maleta con cuatro cosas que ha metido deprisa y corriendo. «La casa no se ha quemado, pero los setos que la rodean están teñidos de negro, nos han dicho que seamos rápidas, que no nos podemos quedar», afirma.

Se marcharon con lo puesto

Un paseo por las viviendas permite vislumbrar que los vecinos tuvieron que marcharse prácticamente con lo puesto la noche del domingo. Muchos chalés tienen las verjas abiertas y en las piscinas todavía permanecen las toallas tendidas. En algunas zonas quemadas todavía se ven pequeños rescoldos y humo saliendo de la tierra.

Otra afectada, Carla, había alquilado una vivienda el sábado por una semana. Eran dos familias con sus hijos, en total once personas. Ahora aguarda con sus tres pequeños y una amiga desde la carretera a que lleguen sus maridos, que han ido a la casa a recoger ropa y comida. «Estábamos el domingo por la tarde en la playa y ya no pudimos volver. Fuimos al instituto para alojarnos, pero una vecina nos invitó a dormir en su casa, fue muy amable, todos lo son», asegura todavía con el susto en el cuerpo mientras mira a lo lejos a ver si viene su marido. Silencio y olor a quemado, es lo que había anoche en la zona. Parece una urbanización fantasma.