El de ayer en Xàbia fue un día de playa relativamente normal, si no fuera por el intenso olor a humo que despedía el incendio forestal que se registraba en la zona de la Granadella, y también por los hidroaviones, que recargaban agua en una zona del Arenal repleta de bañistas y de gente tomando el sol. Mientras tanto, los vecinos del municipio vivían con intensidad las novedades del siniestro, al tiempo que se mostraban críticos con las labores de prevención.

Resultaría injusto decir que los turistas ignoraron el desastre que se estaba registrando ayer en Xàbia, porque quien más y quien menos estaba pendiente del incendio y de sus devastadoras consecuencias. Las playas, con todo, volvieron a llenarse de gente, en una jornada en que el intensísimo calor invitaba a sumergirse en el mar.

Los bañistas, sin embargo, tuvieron que compartir las aguas con los numerosos medios aéreos que trabajaban en la extinción del fuego. Fue concretamente en la playa del Arenal, justo delante del Parador Nacional, donde los hidroaviones descendían de forma incesante para llenar sus depósitos de agua. La operación se llevaba a cabo a una distancia prudencial de donde nadaba la gente, aunque la imagen, en cualquier caso, resultaba impactante.

Además, una patrulla marítima de la Policía Local velaba por evitar que las embarcaciones que circulaban por la zona se acercaran a la zona de recarga, como sí había sucedido por la mañana con alguna que otra moto de agua, como denunciaba un turista de Asturias: «Hemos tenido que llamar a la Guardia Civil, porque hay gente que parece no tener la cabeza muy amueblada», manifestaba indignado.

Rafael, de Madrid, tomaba el sol junto a su pareja, aunque mostrando su preocupación por lo que estaba sucediendo. «Hace dos veranos estuvimos en una casa cerca de la Granadella, y ahora me han dicho que la zona ha ardido por completo. Es para ponerse a llorar».

Mientras tanto, los hidroaviones, en su maniobra de descenso, pasaban casi entre las casas más cercanas a la playa, emitiendo con sus motores un sonido ensordecedor.

También en la Cala de Ambolo, justo enfrente de una Granadella en llamas, había algunos bañistas disfrutando del frescor de las aguas, así como varias embarcaciones de recreo.

Con el móvil en la mano, viendo la televisión o pegados a la radio. Así estaban ayer los vecinos en el centro de Xàbia cuando los medios aéreos trabajaban activamente en la extinción del incendio que ha obligado a desalojar a cientos de personas de sus casas.

A pesar de que los comercios, bares y restaurantes que rodean el Ayuntamiento continuaban con su actividad habitual, quizá con un poco más de gente debido a los numerosos desalojos, en los corrillos no se oía hablar de otra cosa. «Todos tenemos un familiar o conocemos a alguien que tiene su casa afectada o que ha sido desalojado», contaba uno de los cinco jóvenes que no despegaban la mirada del móvil y que estaban pendientes de las noticias a través de Facebook y de diferentes páginas web.

Una idea que se repite también entre los vecinos es la falta de prevención. Pere, un vecino de la localidad, comentaba con tono de preocupación que «hay demasiado pino y demasiada broza en esa zona. Nunca se han preocupado de cortar un pino y dejarlo limpio» y alertaba de que si el fuego llegaba a la cala de la Granadella «caerán muchos chalets, porque en los tejados hay ramas de pino y no habrá solución».

El Mercado Central seguía teniendo una actividad normal aunque los trabajadores de los puestos contaban que durante todo el día no se hablaba de otra cosa. «La gente está preocupada por el destrozo que ha habido en el paraje precioso que se nos ha ido», comentaba uno de los comerciantes que se mostraba muy crítico con las labores de prevención. «Los incendios no se apagan en verano, sino en invierno, y creo que lo que deberían hacer es en lugar de emplear el dinero en hidroaviones es generar puestos de trabajo y que limpien el bosque en invierno».